Hace
muchos años, escribí el legajo de esta novela, que fue creada como un trabajo
para el instituto, y parece que alcanzó bastante éxito. Nunca pensé que tendría
tan buena acogida, y con los años, animado por amigos y conocidos que deseaban
que la escribiera como una novela histórica, nació LA LEYENDA DEL CAPITÁN. La
estructura de la obra se desarrolla en dos espacios temporales, a finales del
siglo XVII y en la época actual, y es una hibridación de novela histórica y
policial, que hace avanzar la trama en dos líneas paralelas que han de
encontrarse al final de la historia.
Cuando
hablamos del siglo XVII, hablamos de un
momento de nuestra historia difícil, de un período convulsivo, lleno de
decadencia y de miserias, y a pesar de que se le viene llamando el Siglo de
Oro, fue quizá ese oro traído de sus colonias americanas, quien lo hizo
coyunturar de una manera contundente, empujando al mayor imperio conocido del
mundo a seguir una política errónea que lo colocaría en una situación comprometida
frente al mundo.
Prueba
del cambio de papel que representó España en aquel espacio histórico supone la
pérdida del protagonismo que llevó a cabo en el desempeño de la creación
cartográfica, y la ralentización en sus exploraciones, que a finales de ese
siglo XVII se ven mermadas por la participación de otros países europeos que
tomarán el testigo de las conquistas en el Nuevo Mundo, desafiando a nuestro
país tanto en el continente, como en el Pacífico, obligando a que España deba
proteger sus ciudades coloniales con un celo poco conocido hasta entonces. Toda
la ciencia en la que España destacaba comienza a empobrecerse, de manera que
han de ser extranjeros los que tomen las riendas de los conocimientos de
navegación, poliorcética y construcción naval.
Francia,
que más adelante será aliada de España, se alza en este momento como el peor
enemigo de la corona, especialmente por las ansias de expansión de Luis XIV,
cuya ambición por el poder es ilimitada, y mueve a sus mejores políticos en
aras de desafiar al resto de las naciones en el mar, desatando la guerra prácticamente
en todos los frentes, lo cual le saldrá muy caro a España, una vez que deba
decantarse por una unión dinástica.
Poco
a poco sus piratas y sus almirantes van tomando posesión de islas y rincones en
el Caribe que España ha ido dejando de lado para centrarse en mantener sus
indefensas fortalezas, y la enorme decadencia política, económica y militar que
sufre, tendrá que ver cómo Francia, Inglaterra y Holanda se comienzan a asentar
en muchas islas, creando la base de una expansión colonial que ayudará a
potenciar sus comercios y a nacer las futuras naciones del nuevo continente.
Inglaterra buscará afanosamente conseguir un asiento para el comercio de
esclavos en América mientras Holanda persigue las especias, y Francia trata de
levantar fortalezas en las Antillas, lo cual logrará por ejemplo en La
Española, que compartía con España.
En este tablero tan complicado, pensemos cuántos personajes desconocidos que actuaban en la sombra, dejaron sus huellas actuando para gobernantes mientras manejaban los hilos de traiciones cometidas para el mejor postor, muchos de ellos capitanes de capa y espada, que llenaban sus bolsas al albor de los intereses de la corte,
consolidando historias y leyendas muchas veces no demostradas, pero que estaban allí, ocultas entre bastidores. En Andalucía, la caída del duque de Medinaceli como ministro del rey, en un desfile de fracasos políticos por el que pasaron otros nombramientos, demuestra que el problema al que se enfrenta España es grave. Tiene que hacer frente a un imperio que no puede mantener, porque le resulta demasiado grande y demasiado costoso, y además no tendrá rey para ocupar el trono, lo cual le llevará finalmente a la guerra, arrastrado por las ansias de poder de Francia.
En
sus capítulos aparecen piratas como William Dampier, que exploró Australia y
escribió una de las mejores crónicas sobre la piratería del siglo XVII, y otros
que se aliaron con él como Bartolomew Roberts, Charles Swan, JohnTaylor o Lionel
Waffer, médico de a bordo, todos ellos nombrados en la obra de Alexander
Exquemelín, la obra más conocida sobre el género. Ha sido relevante recibir la
obra original que posee la Biblioteca Nacional de París, para trabajar con
estos datos, y que fue la base para la obra de Defoe, Robinson Crusoe. Todos
ellos darán el salto al Pacífico para atacar las ciudades de sudamérica,
logrando importantes botines, pero también abriendo los ojos al mundo sobre la
indefensión que tenía España en América, y las posibilidades que el comercio
mundial ofrecía a las potencias nacientes.
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