La Leyenda del Capitán (2º edición)
Entrar en la Historia es abrir una puerta apasionante al pasado. Pero en ese pasado no solamente existen sucesos oficiales, pasajes recogidos en libros que estudiarán los muchachos en el colegio de manos de sus profesores. En ese pasado existen rincones y cosas desconocidas que a veces, de forma accidental o pretendidamente estudiada, un día amanecen a los ojos de los investigadores, y por tanto, a los ojos de la humanidad.
Cuando nos sumergimos en la historia del S. XVII, en el
apogeo del Imperio Español, observamos una extraña realidad, un extraño mundo
en el que conviven la más extrema pobreza de las clases humildes y el emporio más
emblemático y extraordinario de la grandeza de las clases dominantes de la nobleza,
que en este momento se vanaglorian de la opulencia que su descendencia les ha
trasmitido, a través de la pureza de sangre, para ser protagonistas de una
época que no obstante no les va a durar una gran parte de la Historia.
Frente a ese escenario tan hermético, tan prepotente y
tan poderoso se hallan aquellos que no se conforman con lo que les ha tocado,
aquellos que se plantean romper con un destino que consideran injusto, con una
suerte que no están dispuestos a admitir a pesar de saber lo que les espera
cuando infrinjan las normas de los dirigentes: los filibusteros. En el S. XVII,
la Corona española aún posee las tres cuartas partes del planeta bajo el escudo
de la corona imperial de los Austrias, como una posesión que se hereda de
padres a hijos, para lo cual no importa que los matrimonios se formen entre
hermanos, tíos y sobrinas, primos o cualquiera que asegure esa pureza de
sangre, y por tanto, esa pureza del poder universal inviolable, que parecía
asimilarlos al mismo Dios, y que contribuiría, entre otros errores políticos de
la época, a la depreciación de esa realeza decadente.
Las Flotas de la Carrera de Indias son en este momento la
llave que asegura tanto el mantenimiento de esa riqueza como las vías de
comunicación con el Nuevo Mundo y con oriente; gracias a ellas, las riquezas
inabarcables de aquella tierra robada a los indios a sangre y fuego, continúa
alimentando las arcas de la nobleza castellana más castiza en la península, al
tiempo que garantiza su representación en la tierra americana con títulos y
posesiones tan grandes, como la ambición que ostentan en sumo grado ante las
naciones extranjeras, que observan con agresiva envidia y deseo desfilar los
grandes galeones cargados de oro, plata, piedras preciosas y objetos de lujo de
países desconocidos, rumbo a los palacios señoriales de los virreinatos y de la
corte de Madrid, a pesar de que en la práctica, esas mismas naciones serán más
poderosas a través de su comercio y su mentalidad moderna, que la vieja corona
de Castilla a través de sus oxidados y equivocados empeños.
Sin embargo nada ni nadie en este mundo tiene la vida comprada,
mucho menos las posesiones materiales que un día dejaremos en el presente al
morir, y en ese presente, los piratas ingleses, franceses y holandeses
principalmente, entre otros, se comienzan a preguntar qué ocurriría si todo
aquel patrimonio se repartiese un poco más equitativamente... Acaba de nacer la
nueva piratería de la Edad Moderna en el legado del S. XVII.
Hacia el año 1620, ante la llegada masiva de
franconavegantes de todo tipo y condición, cada uno con una historia personal
distinta, cada uno con una motivación, una religión y unos ideales diferentes,
confluyen en islas que acogen mirando para otro lado a todo tipo de
estrafalarios personajes, que reunidos en rincones como Tortuga, Cuba, Barbados
o Jamaica comienzan a planificar atacar no ya los barcos, sino las mismas colonias
de donde salen las riquezas que transportan las naves, aquellas que en una ruta
atraviesan el istmo de Panamá para llegar al Pacífico, en otras confluyen en
sus puertos para reunir la plata de Potosí, y sin pensarlo mucho, asaltan
ciudades como Campeche, La Habana, Maracaibo...
Piratas como Jean David Nau el Olonés, Henry Morgan,
Bartolomew Sharp, Bartolomew Roberts alias Bart el Negro, Howel Davis, Basil
Ringrose, Edward Teach alias Barbanegra, Benjamín Hornigold, Charles Swan, De
Pointis y tantos otros... formaron cofradías de asaltantes de barcos y ciudades
donde no se respetaban ni vidas, ni prisioneros ni banderas, en una carrera
imparable que solamente ofreció como premisa positiva el conocimiento de nuevos
territorios mejorando la geografía, así como la evolución de una mentalidad social
y militar que tuvo que reconocer que el
imperio español ni era tan poderoso, ni era tan inaccesible como pretendieron aquellos
emperadores del pasado, para aceptar compartir todo un inmenso y extraordinario
continente con el resto de las naciones del planeta, que ya han previsto anclar
en sus propios territorios.
Ante esta perspectiva, la Historia se jacta de confesar
que no todas las historias han sido contadas, no todos los sucesos han sido
conocidos ni todos los avatares relatados. En este punto nace la novela
histórica La Leyenda del Capitán para ofrecernos una visión histórica y
legendaria de una trama basada en sucesos que sí ocurrieron, en personajes que
se miran en las páginas de su relato, en emocionantes escenarios que reflejan
aquel brillante y emocionante imperio donde no se ponía el sol, que reflejan
las leyendas ocultas a la historia oficial, las rutas de barcos conocidos y desconocidos,
de capitanes nunca nombrados, de personajes que solamente existen en la ficción
fabricada por el novelista en sus noches de insomnio, para trasmitir al mundo
esas letras que secuestran al lector con sus pasajes, con su misterio, con su
magia, esas páginas de la historia que solamente aquí conocerá, esos secretos
que le invitan a adentrarse en unos capítulos que ya nunca olvidará, ayudándolo
a ver el pasado con otros ojos, con otro carisma.
¿Qué ocurrió con aquellos tesoros nunca encontrados?, ¿qué
ocurrió realmente tras aquellos abordajes y asedios?, ¿dónde están aquellos
nombres desconocidos que desparecieron de los libros de Historia?, ¿puede
alguien por azar descubrir lo que nadie en el mundo ha sido capaz?, es en este
momento cuando la leyenda y la Historia se alían para ofrecer al lector un relato
apasionante y lleno de contenido, que lo lleva de la mano cada minuto para
hacerlo disfrutar de esas páginas caprichosas que forman La Leyenda del Capitán...
bienvenidos a bordo... Gracias.