viernes, 11 de mayo de 2012

"ALCAZABA" DE ADALID

El pasado día 26 de mayo de 2012, tuvimos el placer de recibir la visita de un gran autor de novela histórica, Jesús Sanchez Adaliz, autor de al menos una docena de novelas de tema histórico que ha sido galardonado ya con el duodécimo primer premio "Fernando Lara" de novela.

Licenciado en derecho por la Universidad de Extremadura, fue doctorado por la Universidad Complutense de Madrid, ejerciendo como juez antes de licenciarse en derecho canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca.

Su presencia culminaba en Ávila de los Caballeros los actos llevados a cabo con motivo de la Feria del Libro en nuestra ciudad, razón por la que hemos podido contar con el evento que ha protagonizado, presidido por el alcalde de ésta villa, y presentado por la Tte. de alcalde.

En su paso por nuestra capital, nos deleitó con la presentación de su última obra "Alcazaba", ofreciendo una conferencia sobre historia que no dejó indiferente a nadie, pues sus conocimientos y el rigor histórico con el que habla y escribe, animan a leer e investigar los contenidos de sus novelas, de gran valor y precisión.

Entre sus obras figuras títulos como El cautivo, El Mozárabe, El caballero de Alcántara, El Galeón, entre muchas otras.

Desde este blog doy las gracias a Adalid por haber estado en Ávila, y por el trato amable y abierto que ha compartido con nosotros, tierra de santos y de escritores, que tuvo la suerte de poder acoger en su espacio a tan insigne y sublime autor.


sábado, 5 de mayo de 2012

MODELISMO NAVAL: Cajas de fruta, el modelismo naval de los pobres. Parte VI

BUZARDAS.

        Otras piezas importantes que podemos fabricar con nuestras cajas de frutas son las buzardas,  para ligar piezas de estructuras y apóstoles en proa, o el interior de las cámaras y los coronamientos y las aletas por popa, también se pueden construir conjuntos de encastre de mástiles en las bodegas, o refuerzos y curvas en los genoles.

        El principio es el mismo que estamos siguiendo para la mayoría de las piezas, se dibujan en las plantillas, se cortan, se pulen, se arreglan y se cajean como el resto de las que hemos visto. En la fotografías que acompañan podemos observar un par de buzardas para reforzar el conjunto de encastre de un palo trinquete, con sus formas adaptadas a la línea curva de las cuadernas donde van encajadas, y la cajera que las permite embutir en la sobrequilla. Tienen 3.5 mm. de espesor y unos 30 mm. de largo aprox., que a escala 1/50 da como resultado una pieza de 17.5 centímetros de espesor y 1.5 metros de largo para una fragata de mediados del  S. XVII.


DURMIENTES.

        Sobre los durmientes no hay mucho que decir, dado que estamos hablando de unas piezas formadas por un tablón grueso que corre de proa a popa, pegado o clavado a sus cuadernas, con sus cajeados, bien a cola de milano, bien rectos, para recibir los baos.

        Puesto que habremos marcado las líneas de durmientes sobre las cuadernas, solo debemos asegurar la pieza en su sitio, y comprobar que el diseño de cubierta coincide con los planos, respetando la manga en cada punto, antes de abrir cajeados para los baos.

        Los materiales de las cajas de fruta ofrecen una clase de maderas muy buenas, de color amarillo oscuro, más apagado, que tienen buena calidad para ser utilizadas en éstas piezas, y aguantan firmemente toda la estructura de las cubiertas por muy complejas que sean.  Los cajeados se pueden biselar en todos los ángulos para adaptarse al estrechamiento de los extremos de proa y popa, o a las cubiertas con arrufo, con un resultado excepcional de limpieza y realismo.

        Teniendo en cuenta que a escala 1/50, en esta fragata, el durmiente tiene 8 mm. de tabla, la pieza auténtica debió poseer un ancho de unos 400 mm. en el barco, y un espesor de 3.5 mm, que equivale a 17.75 cm. de canto. Como la entalladura del tablón para recibir el bao tenía aproximadamente 1/3 del ancho del bao, estamos hablando de un cajeado de unos 2.5 mm a 3 mm en los que descansa la cabeza del bao.


BAOS.

        Los baos que fabricamos con estos materiales dependen básicamente de la medida o escala de las piezas, pero también basan un poco su escuadría en la clase de barco montado, ya que un sencillo bao destinado a una galera romana, no es igual que el bao cortado de una fragata de guerra de mediados del S. XVII, o que las grandes vigas que estructuraban los navíos de la época de Trafalgar.

        Aunque podemos utilizar piezas enterizas de cualquier otra madera, o unir varias piezas para formar una madre, con las maderas de las cajas se pueden prefabricar los listones que luego darán la pieza de la que sacar los baos, con tan solo unir varios tablones de menor escuadría, pegarlos y crear una pieza cuadrada de suficiente longitud, ancho y grueso. Si optamos por esto último, podemos incluso prever las cajeras que llevará la pieza antes de pegar los distintos tablones, ahorrándonos el paso de rebajar y cajear, una vez que se hayan marcado los puntos donde irán reservados los espacios para esta función. Estas piezas son perfectas para recibir latas, entremiches y semibaos que forman esqueletos de cubiertas, pues su naturaleza permite trabajarlas muy bien con herramientas muy sencillas, sin necesidad de sufrir demasiada dureza ni resistencia, y con unas pocas plantillas se pueden construir una enorme infinidad de piezas distintas de cualquier medida.

        En los baos de los castillos, es fácil reducir la escala de las piezas para fabricarlos de menores dimensiones, con las mismas piezas con las que hemos fabricado los baos principales, y las entalladuras se hacen con la misma eficacia que en el caso anterior, con solo afinar un poco y cuidar algo los rebajes.

                                                                      
BATIPORTES.

        Siguiendo con el armado de la nave, nos encontramos con la pequeña estructura que a veces nos proponemos montar para la salida de las piezas de fuego, que son los batiportes de las portas de baterías o troneras.

        En ellas utilizaremos piezas cuya anchura está un poco en función del espesor de las cuadernas que abrazan el montaje, y en fragatas de guerra de medio porte, del S. XVII, podía alcanzar entre 300 a 400 mm. de costado, aunque en navíos de línea era fácil que tuviera entre 600 y 700 mm. en la cubierta de baterías, es decir, la que se encontraba por debajo de la cubierta al aire libre, y la que tenía los cañones más gruesos, del orden de 40 libras en adelante.

        No obstante, la historia de los barcos de guerra es muy dilatada. Existieron innumerables medidas de artillería para cada barco y cada época, y es aquí donde el modelista debe trabajar con la documentación, para adaptar a su modelo la luz que tenía su barco, y por tanto, a los calibres que cada nave llevaba en su momento, que le marcará y limitará las medidas de estas piezas.

        Para ello, podemos seleccionar unas piezas que nos proporcionan los listones de 4 o 6 mm. de grueso para cortar los batiportes superiores e inferiores, y luego limitar la luz de la porta a la escala que tenía el barco mediante otras dos piezas verticales, entre las dos anteriores, formando el hueco de la batería. Si hemos hecho este trabajo antes de forrar el costado por el interior, solo tendremos que medir los tablones de forrado en los límites del batiporte; si se trata de forrar primero y luego abrir, podemos agujerear el hueco de la tronera, y luego ir abriendo con una lima hasta liberar el mismo espacio.

        Igualmente si no hemos dejado ya colocado con el forro exterior el rebaje de encaje de la porta, lo podemos hacer por el interior del hueco de la batería, con piezas de forros finos, simples o dobles, para formar ese rebaje que recibía la porta del cañón.

        En la foto mostrada, las piezas solamente van pegadas a sus ligazones, pero en la práctica, éstas iban alojadas en unos rebajes que se practicaban en la cuaderna, de modo que todo el conjunto estuviera asegurado mediante entalladuras a cola de milano, y es la manera como debemos hacerlo para hacer un buen trabajo de arsenal.

        Solo recordar que las troneras debían permitir recular la pieza de fuego más en altitud de tiro, que en ángulo de abatimiento, pues para éste se prefería maniobrar el barco si se podía, y para ello, las reglas marcaban que la luz de la porta, por encima de la boca del cañón, debía rondar los 2/3 del total, restando 1/3 por debajo de ella, para el buen reculaje de la caña, lo que nos indica que el aspecto del cañón apareciendo por su costado debe ser más bien arrimado al batiporte inferior que al superior, o que en el centro de la porta.


PORTAS DE ARTILLERIA.

        Las portas de la artillería se fabricaban sistemáticamente mediante la unión de piezas unidas unas a otras, y clavadas en dos hileras perpendiculares entre ellas, de modo que formaban dos plataformas juntas que se ofrecían solidez cuando estaba sometida a la presión de la maniobra de levantamiento con sus guardines.

        Al mismo tiempo, tiene un pequeño rebaje en todo su contorno salvo en el superior, donde van los herrajes, y que encajaba perfectamente en el rebaje similar del contorno de la tronera, con la finalidad de limitar el giro que tiene al taponar ésta, protegiendo los herrajes que, de otro modo, acabarían por romperse, mientras garantizaba la estanqueidad del hueco en los batemares.

        Las portas se fabrican fácilmente con piezas que cortamos en pequeñas medidas y unimos, primero entre ellas para formar la primera plataforma, y luego, cada plataforma con la otra. Solamente queda limar y pulir, y después formar los rebajes, pero hay que calcular escrupulosamente el grosor y tamaño de éstas para que sirvan con éxito a su función en la tronera de fuego.

        En la foto adjunta se pueden ver las portas en varios pasos de su proceso de construcción, sin rebaje, al lado de sus herrajes, listos para comenzar su forjado y colocación.


CUREÑAS. 

        Las cureñas de los cañones están íntimamente personalizadas con la artillería, ya que su diseño evolucionó al paso de los cañones, adaptando sus formas y dimensiones a las de las piezas que soportaban. Eran de roble de buena calidad y sus medidas, grosores y detalles se medían en calibres, siendo por lo general el calibre la medida del diámetro de la bala que disparaban, y éste índice decidía todos los parámetros del cañón y la cureña.

        Con nuestras maderas se pueden fabricar de dos modos distintos: dibujando la pieza enteriza, como ya hemos visto antes, y luego cortándola, o sencillamente uniendo varios tablones de un determinado grosor para unirlos mediante barras metálicas largas, que atraviesan toda la cureña, y aseguran el conjunto, además de sus pernos complementarios. Este último modo sería el que imita a la realidad más fielmente.

        El misterio de las cureñas está, entre otros detalles, en la altura que proporciona al cañón, y que está en función del barco, la época y el calibre de ese cañón, pero en una nave de medio porte, como por ejemplo una nao de guerra o un galeón, era fácil encontrar cañones que oscilaban cerca de las 12 libras. Los más grandes podían llegar a las 24 libras para la batería principal, montando de 12 y de 8 en popa y en los castillos.

        Con listones de caja de frutas de 4 mm. se pueden imitar cureñas que podían tener alrededor de 200 mm. de espesor, o menos, para cañones de alrededor de 18 libras aproximadamente, aunque dependía de cómo se aplicasen los calibres de la época. Las cureñas inglesas en forma de escalera pueden llevar unidos tres o cuatro de estos tablones, pero las españolas anteriores al S. XVIII, es más frecuente que fueran del tipo parecido a los falcones de tierra, teniendo unas largas vigas que iban hacia atrás del costado, eran muy frecuentes en los galeones del S. XVI.