jueves, 6 de febrero de 2014

PUEBLOS DE LA AMÉRICA COLONIAL I


        Cuando Cristóbal Colón llegó a tierras americanas, contactó con las primeras tribus indígenas pertenecientes a la familia de los taínos, unos pueblos pacíficos que fueron los que establecieron los primeros contactos con las culturas europeas. Aquellos indios iban desnudos, eran imberbes y poseían unos conocimientos básicos que les permitían vivir en un hábitat sencillo y ancestral. Los taínos cultivaban en las Antillas algunas cosechas en el conuco (huerto). La mandioca o yuca era básica en su dieta, que crecía fácilmente en el trópico. Usaban barcos para comerciar con las tribus mesoamericanas (mexicas, mayas, etc). Las mujeres vestían trajes largos y anchos, de vivos colores, hasta los pies, se pintaban la cara con anilinas vegetales, usaban sandalias y tejían hamacas, mochilas, cintillos y pellones. Los españoles les describían como seres pacíficos y amables, para diferenciarlos de los hostiles caribes.

            A partir de aquel momento, a raíz de las oleadas de conquistadores, aventureros y navegantes colonizadores que recalarían en las costas de las islas caribeñas, y en el continente, las sucesivas generaciones que conocieron a los distintos habitantes de las Indias, se fueron encontrando con numerosas tribus que ofrecían un curioso abanico de pueblos y culturas misteriosas, muchas de las cuales tenían un origen común.
 

            En la zona oriental de Venezuela, haciendo frontera colonial con los llanos del norte del río Orinoco y el golfo de Paria, frente a Trinidad, habitaban distintas tribus de los Guaraníes y los Tupíes, extendiéndose tierra adentro, así como los Arawak, o Arawacos, que habitaban la zona de las Antillas desde el siglo XV, ocupando una franja que se extendía desde la Florida hasta las Bahamas, Venezuela, el Perú occidental, el sur de Brasil, Bolivia y Paraguay. Los españoles trajeron numerosas enfermedades que comenzaron a exterminar a los Arawacos rápidamente, aunque otros crearon mestizaje con los españoles además de otros indios. Las tribus eran dirigidas por jefes, en cuya estructura social, la sucesión la decidía la mujer, que dominaba las rancherías, casi siempre relacionadas familiarmente en un mismo poblado. A los Arawak les gustaban mucho los juegos, practicaban uno llamado batú, parecido al fútbol, tejían cestas, mantas de algodón, instrumentos de madera y piedra. Llevaban joyas de oro, piedra, hueso y cáscara. Practicaban bailes llamados areytos, bebían alcohol de grano fermentado y fumaban cigarros. Tenían unos sacerdotes o chamanes llamados bohiques, aunque unos caciques gobernaban las provincias. Rendían culto a los muertos, que colocaban en bóvedas de piedra cubiertas por lajas.

            Durante los siglos XVII y XVIII, comerciaron con los ingleses y los holandeses. Sus productos eran básicamente fabricados en cerámica, madera y metales. Sus principales rivales, los caribes, eran agresivos y diezmaban sus poblaciones. Los Siboneyes eran más pacíficos que los Arawak, y tenían tratos de trabajo con los taínos, a los que contrataban como siervos. Los pueblos arawacos se rebelaron contra los españoles, debido principalmente a los malos tratos y la esclavitud, morían bastantes en las guerras y también debido a enfermedades como la viruela, pero otros sobrevivieron en las montañas. Su mano de obra esclava era débil, por lo que al faltar miembros suficientes en los poblados, fueron sustituidos con el tiempo por esclavos africanos, más fuertes, para el trabajo de la caña de azúcar o el algodón en zonas como La Española, Jamaica y Cuba.
 

            Otros grupos eran los Nepoyas, los Suppoyos de Trinidad, los Iñeris de las Antillas Menores, todos los cuales habitaban la costa este de América del Sur antes de la llegada de los grupos caribes, que propiciaron sus migraciones hacia el interior, o hacia el norte del continente. Hacia el siglo XVI, todas estas tribus sufrían los ataques de los caribes, que robaban mujeres y niños para emplearlos como alimento en orgías de antropofagia, o para venderlos como esclavos a los españoles primero, a los ingleses y holandeses después. Concretamente en 1520, hubo ataques a la población de Nueva Cádiz, en la isla de Cubagua, y al fortín del río Cumaná, en Tierra Firme, debido a la explotación de los yacimientos perlíferos. Entre las tribus víctimas se hallaban también los Chané, enemigos de los Avá, aunque al interior de la región del Amazonas encontramos a los Caquetió, cuyas mujeres eran muy bellas, y estaban en relativa paz con el resto de las tribus.