martes, 8 de marzo de 2011

EL FIN DE LOS DÍAS

          Hubo hace mucho tiempo un filósofo griego llamado Pitágoras de Samos que dijo “Cultivad asiduamente la ciencia de los números, porque nuestros crímenes no son más que errores de cálculo”..., y he repasado esta frase una y mil veces, permitiéndome reconocer que se trataba de una enseñanza digna de un sabio.

            Hasta el día de hoy siempre he confiado en que estaba preparado para afrontar cualquier situación por difícil que fuera, y que llegado el momento, al menos podría establecer el protocolo para el que la vida me ha enseñado que hay una manera y una forma de actuar; es curioso observar que después de haber aprendido que ascender es subir hacia arriba, y que descender es bajar hacia abajo, uno es capaz aún de deducir que quedarse quieto es un punto medio entre ascender y descender, y que el hecho de no hacer ninguna de las tres cosas, puede significar otro nuevo concepto en toda regla, es aquel que incide sobre los demás, cuando éstos suben o bajan, y que estando íntimamente relacionado con todos los demás, los contradice de una manera estrepitosa...

            Hasta el año 1.991 más o menos, hubiera podido afirmar que la vida seguía un curso sencillo, fácilmente predecible, y fácilmente aceptable, dejando de lado los latrocinios del erróneamente llamado mundo civilizado, dado que ese mundo en que he vivido y crecido, a pesar de ser tan distinto al que conocí de niño, siempre trasmitía una sensación de esperanza y de realidad dulce y emotiva. Años después, de una manera lenta, clandestina y engañadora, se fueron fraguando poco a poco los avatares de un juicio final que en estos momentos no ha terminado de hacer su presentación oficial, y todo el orden mundial construido y conservado por padres, abuelos y bisabuelos, se tambaleaba como el suelo en un terremoto.

            En la parte que me toca he conocido las misiones de la Caza de Brujas, en sus últimos años, nacidas a la luz de la Segunda Guerra Mundial y las invasiones nazis. He conocido los últimos años de la guerra de Vietnam, la guerra del Golfo Pérsico, la Operación Tormenta del Desierto, el reflejo actual de la falsamente olvidada Guerra Fría en los países del este y en la helada Rusia, los últimos suspiros del franquismo con sus eternos efectos sobre las mentalidades políticas presentes, el nacimiento de la nueva imagen de Europa y la escalofriante escalada en la amenaza islamista hacia occidente, hechos que, de momento no preocupaban demasiado a los habitantes del mundo. Quizá solamente un puñado de ciudadanos de a pie sospechaban que algo estaba cambiando a su alrededor, que algo nos estaba acechando en la oscuridad, callado y amenazante, esperando paciente, frío y calculador su momento, quizá solamente en determinados ambientes de alterne o de ocio se olisqueaba que algo no terminaba de encajar del todo, o que de vez en cuando aparecían sucesos que daban la sensación de ser demasiado nuevos, demasiado distintos a los que siempre se han sucedido en todos los países y todas las épocas...¿realmente era así?

            Sé bastante bien, porque mis ojos me lo enseñaban y porque demasiados sabios en la historia han coincidido en ello, que todo lo que los humanos aprendemos, lo intentamos trasmitir de la mejor manera posible a nuestros hijos, y que todo aquello que es trasmitido, lleva dentro un espíritu natural de buenos deseos para el futuro, dado que siempre se ha creído que había un futuro. En el proceso de reciclaje de genes y conocimientos, se equilibran las viejas reglas por reglas nuevas, pero éstas son llamadas a mejorar la vida sin sacrificar la base de la lógica humana, pues solamente semejante lógica nos garantiza que aquel orden mundial creado a base de esfuerzo, trabajo, lágrimas, dolor y esperanza a lo largo de milenios, siglos y generaciones, pueda mantener tanto la conciencia humana, como un escenario para la vida que sea idóneo para siempre, y de ello tenemos muy buenos ejemplos en diversos períodos de la raza humana.

            Sin embargo, en el universo nada es para siempre. Y mucho menos en nuestro pequeño y limitado planeta. Hemos asistido a la evolución de esas últimas generaciones de una manera un tanto indiferentes, recordando el pasado sin darle importancia, disfrutando del presente sin darle ningún valor, y en el desprecio de las viejas reglas y los viejos valores, hemos perdido un tiempo precioso que nos dio una oportunidad única, de haber actuado de manera urgente cuando fue necesario. Quizá ya no estábamos a la altura de nuestros ancestros, aquellos que se propusieron triunfar y lo lograron, quizá habíamos decidido dejar ese paso en manos de nuestros descendientes, pensando que iban a conseguir lo que nosotros no teníamos ganas de hacer en aquellos momentos, porque la vida nos estaba regalando lo que las personas anteriores habían tenido que obtener mediante muchísimo talento unido a un trabajo de dioses, además de una fuerza de voluntad que hizo sobrecoger al universo,  y no nos apetecía discutir si nos merecíamos el fruto o no.

            Por desgracia, nunca se puede bajar la guardia mientras estamos vivos sobre la Tierra. Cualquier animal que nace, crece y vive en el planeta nos podría enseñar mucho sobre esta cuestión, debido a que todas las especies salvo una, entienden muy bien de depredadores. Todas salvo una: la especie del hombre. El resto de las especies son víctimas de su falta de fuerza, su falta de recursos, su falta de alimentos, su falta de tamaño o su falta de circunstancias, pero solamente una, a la que le sobran todas éstas, es víctima de sí misma: el hombre.

            Debido a esa guardia que se dejó de establecer, la Tierra comenzó a convulsionar de una manera tan acelerada, que no nos dio tiempo a reaccionar, y decidimos echar la culpa al cambio climático, aunque en algunos lugares de nuestro mundo, muchos sabían que eso no era del todo así. También le echamos la culpa a la tecnología, aunque nos callábamos mucho de confesar que todos habíamos aprobado, apoyado y deseado esa tecnología, y que la gozamos de manera bien distendida, sin preocuparnos de dónde viene o quién la fabrica. En el peor de los casos se echó la culpa al Apocalipsis, porque era lo que más impresionaba en los últimos momentos y además lo más barato, sin necesidad de aclarar que, todo aquello que no puede ser del todo demostrable, siempre es un buen recurso para fabricar excusas. Pero nunca se nos ocurrió echarnos la culpa a nosotros mismos. No se nos ocurrió pensar que éramos la generación más ignorante de las aparecidas desde que el hombre pisó el planeta por primera vez. No se nos ocurrió pensar que habíamos dejado de pensar y aprender en los últimos sesenta años, y que estábamos asistiendo al fruto de nuestras actuaciones. Y cuando comenzamos a pasear la mirada a nuestro alrededor, por primera vez desde entonces, nos preguntamos qué estaba ocurriendo, por qué los sucesos que pasan son tan difíciles de cambiar. Y solamente unos pocos de cada muchos, comenzaron a preocuparse, primero un poco, después bastante. Y solamente unos pocos comenzaron a comprender lo que pasaba, y el camino en el que nos hallamos, pero se trata solamente de unos pocos..., y enseguida comprendieron que nunca serán los suficientes, y que nunca podrán hacer comprender al resto.

            Y entonces comenzó a cambiar el orden mundial, cada vez más bruscamente, cada vez con peores consecuencias, y cuando alguien en algún lugar hablaba con los más ancianos, éstos le contaban que ya no hay marcha atrás, que todo se ha perdido, que ellos han ido muriendo a lo largo de los años, y que solo Dios, si es que existe, podría salvarnos de nosotros mismos, aunque esto último lo escuchan también muy pocos, y aún menos si ese día emiten partido de fútbol en televisión.
           
            Y recordé que durante toda mi vida he leído con placer las filosofías de los antiguos, he aprendido la Historia conocida y he disfrutado con las mejores obras y descubrimientos creados por escritores, científicos, artistas, arqueólogos, historiadores, poetas, filósofos..., y mientras analizaba mi realidad, comencé a ser consciente de que esa realidad no respondía a principios ni reglas de ninguna clase, de que todo había terminado, de que hemos llegado a la última estación. Comencé a perder el sueño por las noches, preguntándome cuánto durará el último paseo, la última moda, cuándo pegará de nuevo el pedo social en el mundo reventando el teatro conocido. Y empezaron a asaltarme unas tremendas náuseas por el mundo en que vivo, envidioso de todos aquellos que han existido en el pasado, por los legados enterrados que ya nunca conoceré, por los lugares a los que nunca podré viajar en paz, por las culturas destruidas que nunca podré acariciar a miles de kilómetros de casa, por los secretos de la ciencia que nunca se volverán a destapar, por los sueños que nunca se cumplirán...porque no se los podré trasmitir a mis hijos. Y fui experimentando el proceso de transformación de una manera dramática, lentamente, desarrollándose como una enfermedad crónica, y así nació primero la decepción, después la tristeza y melancolía, después la ira, después el odio y el deseo de venganza...

            En mi pequeño entorno, semejante a la caja de cartón en que una cucaracha esclavizada podría vivir afanosamente, amanezco cada día con el legado que esta realidad ha sembrado en mi memoria, asistiendo impotente a la obra de teatro irónica en que los gobernantes se divierten a costa de las vidas de las personas. En el fondo, soy parte también de un proceso histórico, aunque sea el proceso final. Soy testigo del fin de aquella lógica humana que se fue evaporando como el agua de un puchero, y quiero conservar bien la imagen de estas escenas, porque de algún modo, son el resumen de todos los tiempos y de todas las épocas pasadas, que chocan en el presente manteniendo sus caprichosas prioridades materialistas. Estamos asistiendo al triunfo del comunismo en la peor de sus manifestaciones, desde que fuera vencido en 1.945 a nivel mundial,  a la reaparición de la piratería organizada desde que fue erradicada a finales del siglo XIX, al hambre y a la miseria a nivel mundial, desde que la era de los Descubrimientos topase con nuevos cultivos, al margen de misioneros, solidaridades y buenas conciencias, a la nueva invasión musulmana desde la derrota de los cruzados en Jerusalén y la expulsión de Granada en 1.492, por el mismo sitio y de la misma forma que se produjo en el siglo VIII de nuestra era, cuando al atrevido Tarik le pudo la curiosidad por hacer turismo en la península ibérica, a otra Gran Depresión como la de 1.929, a la propagación de enfermedades y virus desconocidos como la Peste Negra que devastó Europa, pero hay una nueva página no escrita ni conocida por los hombres, que podría marcar la diferencia,  la amenaza de la Tercera Guerra Mundial entre oriente y occidente.

            Antes, podemos sobrevolar el planeta imitando a los satélites, y hacer una pequeña escala en determinados lugares, que dejan su impronta en su estilo de vida, en su protocolo de actuación, en sus maneras de vivir y en su manera de sobrevivir, dejando a su alrededor la existencia humana un poco más hollada que los demás, y observar curiosos cómo arriman su grano para destacar, no precisamente por su aporte al futuro ni por sus ejemplos de evolución humana. Como quijotes en busca de su doncella, puñados de ONGs, de asociaciones que no se sabe de dónde han salido, de convencidos e iluminados del siglo XXI y de políticos, dirigentes, simpatizantes y sindicalistas de toda clase de sectores y de ideologías, han venido defendiendo los corruptos comunismos destructores de determinados países, especialmente en América latina y oriente,  donde encuentran satisfechos sus egos de atención a sus manifestaciones ideológicas, y la ampliación de adeptos a sus opiniones, a pesar de estar bien convencidos de la falsedad de tales realidades.

            Estos países son el mejor ejemplo del derrotero que seguimos en éste país nuestro, del futuro que nos espera y de lo que vamos a comenzar a vivir en poco tiempo, pero esta vez de una manera desatada e indeleble. Ya sabemos que todos los países guardan celosamente sus pecados, que todos esconden la mano de alguna manera, pero es obvio que cuando tienes que ser malo, forzosamente, y elegir a quien apedrear, al menos proteges a los tuyos. Esto ocurre en todas partes menos en España, el único lugar donde primero se apedrea a los propios, mientras se venera a los de fuera, después, una vez que hemos invitado a cenar al diablo, y dejado en la calle a la esposa, nos sentimos buenos, solidarios y contentos.

            Es el reflejo de la actuación que llevan a cabo naciones como México, el país más corrupto de la Tierra, seguido de Colombia, Venezuela, Cuba, Argentina o República Dominicana, antes de dirigir la mirada a los países del Índico, como Thailandia, China, Vietnam, Yemen o India, o los países del círculo de Al-Qaeda, que englobando las tres cuartas partes de África, además incluye Egipto, Irán, Irak, Afganistán, Mauritania, Libia y muchos de otros países menores que les rodean.

            El caso de Rusia es más polémico porque, sin tener en cuenta sus fracasadas ambiciones imperialistas, coletazo de algún colocón protagonizado por una relación coital entre el vodka y la cocaína, por parte de algún político de esos a los que solo conocen los servicios secretos, determinó que tras las masacres en Chechenia, sus sicarios mafiosos y perturbados, que forman casi el 70% de la población activa no jubilada, podían engordar mejor en el resto de los países europeos, arrasando, traficando con drogas, armas, vehículos de alta gama, arte y mujeres, además de servir como asesinos a sueldo para todo el que lo solicitase, y de este modo, la madre patria se ahorraba unos euros, compaginando la subida exorbitada del gas siberiano, con la importación de divisas producto de los pillajes internacionales que sus hijos llevaban a cabo.

            Y es que hay que comprender que cuando despareció como potencia mundial del planeta, no solo perdió ese papel fundamental, sino que perdió hasta la capacidad de dar de comer a su pueblo, y lógicamente, había que enviarles a comer a algún sitio que no fuera del sueldo de sus criminales dirigentes.
           
            Lastimeramente, para Rusia, el gas siberiano con el que estafa a Europa no les convence a sus mujeres, que huyen de su país como gatos en una perrera, buscando occidentales más debajo de las fronteras comunistas, con los que casarse y poder comer, ya que Putin, no les dejó ni hombres cabales, ni pensión con la que alimentar esa exquisita belleza que poseen de manera natural. Es lógico. Tienen demasiado terreno desperdiciado en la tierra de los tártaros, y como no se siembra trigo ni cebada, pues lo mejor es montar plantas para fabricación de misiles de gran alcance, que seguro que a muchos líderes mundiales les causará mucha gracia, irónicamente dicho. Por desgracia, debido a las innumerables inundaciones que han tenido, que han dejado los campos y las cosechas, semejantes a Berlín tras la capitulación de Alemania en la Segunda Guerra Mundial, les han obligado a importar el grano de los mismos países a los que roba, tortura, extorsiona y mata, de manera que los precios se han equilibrado, y ahora ese grano  cuesta el doble del precio al que venden ellos el gas, y es que siempre se ha afirmado que donde las dan, las toman.

            Paradójicamente, al este existe una tierra montañosa, agreste y olvidada de la mano de Dios, curiosamente el único país latino rodeado de países de fe musulmana y ortodoxa, que ha crecido a la sombra de grandes potencias comerciales, y quizá por ello, sus hijos pusieron la mirada, ambiciosa y babeante, en la vida cómoda y placentera de que gozaban los ciudadanos de estas urbes, animándose a pensar en la idea de abordar, a la manera de los antiguos piratas, sus casas y sus posesiones. Estamos hablando de la lejana Rumanía, víctima y aliada de los nazis en tiempos pasados, que parece estarse vengando del resto de las culturas, por lo que padeció a manos de una sola de ellas, y olvidando que la Europa que lo ha aceptado en la comunidad internacional, para que pasen a formar parte del mundo civilizado, evitando comerse los unos a los otros en sus frías chabolas medievalistas, es la que están arrasando sin escrúpulos y sin limitación de ninguna clase, obligando a que se les ponga en el punto de mira como enemigos peligrosos, y echándoles a patadas de unas tierras a las que no respetan ni agradecen lo regalado.

            Ese feudo salvaje, pueblo natal del conde Drácula, donde al decir de la leyenda se empalaba hasta a las ancianas por levantar la mirada, es la cuna de los criminales de peor especie que hayan paseado por el viejo continente, donde nada les importa, nada valoran ni nada les detiene, salvo las balas, y es que en un siglo donde se cosechan los derechos humanos a nivel mundial, ellos han decidido tirar para el otro lado, y romper las reglas de esos derechos, despreciando la vida como lo hicieron las legiones de las SS con sus abuelos hace ya tantos años. Quizá en algún momento de nuestra historia convenga recordarles que semejantes energúmenos, estaban mejor gaseados que reventando ancianos por un puñado de euros, para gastar en putas y copas, con mayor excusa si esos ancianos han trabajado toda su vida para engordar sus sebosas barrigas de asesinos y terroristas, mientras venden a su propia madre por un cigarrillo.

            Sin embargo, vamos a detenernos en España, hacia donde está orientado este trabajo, con un poco más de preocupación, para resumir sin ambages estos últimos años, y la imagen que ofrece en la actualidad, especialmente gracias a la acertada decisión de sustitución del gobierno conservador por un gobierno comunista, llevada a cabo en las elecciones generales de 2004, donde nuestro país demostró, rizando el rizo, que preferimos vender el alma al diablo, por prepotencia y mala leche, que negociar con San Pedro, renunciando a nuestro orgullo y nuestra ignorancia, puestos a prueba en las urnas. La cosecha ha sido, como todo en la vida, lo que hemos sembrado y lo que nos hemos merecido. Vamos a hacer un brevísimo repaso de esa cosecha, recogida en el nuevo reinado comunista español.

A partir de los años 90, la escalada social estuvo marcada por un aumento demográfico de ciudadanos en busca de fortuna, con muchos sueños y esperanzas pero en muchas ocasiones con demasiada hambre, además de pocas capacidades y preparación profesional. No vamos en este momento a hacer hincapié en los paralelos proyectos de piratería y delincuencia que traían escondidos en lo más profundo de su mente, ni las razones que les llevaron a optar por esta solución.

España, un país alzado como potencia media en mitad de una Europa brillante y poderosa, en clara meta ascendente y con un nivel cultural aceptable, una economía suficiente, era de todos modos aventajada en todos los sentidos por los países europeos en cultura, en libertad y en pensamiento, los cuales se hallaban ya en ese momento definidos por ideologías conservadoras importantes, terminadas de nacer durante la Revolución Francesa, continuadas de manera estelar durante la Guerra de Independencia de EE. UU., y orbitadas después de la Segunda Guerra Mundial con un claro pretexto de preparación de la sociedad para una mentalidad antifascista moderna, y lanzada al futuro, en aras de su propia superación y beneficio.

Todos los sueños cocinados entre los años 60 y los 70, en nuestro país, no habían servido para evolucionar lo suficiente ni garantizar unas metas que igualasen a los pueblos del continente, y la peor de las consecuencias sería la desventaja en el poder de adquisición después de los años 90, en que solamente el papel europeo de buen samaritano, viene a dar color a una sociedad aún demasiado ignorante para el siglo en que vive, y demasiado indeciso para los esfuerzos que se le exigen, por parte del resto de los pueblos.

A la sombra de este caminar, corto pero atractivo, están conspirando los enemigos de la libertad y de los derechos reconocidos, que aspiran a implantar de nuevo unas columnas de estado encaminadas a reflejar a Sodoma y Gomorra, pero sobre una sociedad que sea mucho más manipulable que la anterior, para que nadie pueda contrarrestar con suficiente eficacia sus destructores preceptos, como ya ocurrió durante la Guerra Civil de 1936.

Un nuevo orden imperialista, interno y absolutista, que se aprovecha de esas incapacidades, palpita a las espaldas del pueblo, llamado a levantar una vergonzosa amenaza contra la justicia, la convivencia y la seguridad pública en todos los órdenes, haciendo nacer una guerra abierta contra los mejores ideales existentes, que un lejano día se fueron fraguando lastimeramente en el lodo, esperando maquiavélicamente su momento y que ahora se han quitado la máscara, y siguen funcionando con la excusa de unos derechos humanos que nunca existieron, y de unos planes de futuro que jamás fueron proyectados, cuya clandestina alma es el enriquecimiento, la corrupción del poder y el aseguramiento de una continuidad apoyada en una parte de la plebe, la más aberrante, degenerada y alejada de todo principio civilizado, en la que se atesoran los votos de confianza y apoyo, comprados a un precio demasiado caro.

Y de este modo, enmascarados en sus mentiras, como un carnaval de feria, los nuevos idolatrados líderes ocuparon los cargos más altos en el ejército, para evitar la amenaza del poder armado, se colaron en los despachos judiciales para asegurarse las resoluciones legales y el poder estamentario, reforzaron el organigrama y las normas fiscales para aumentar los ingresos estafados al pueblo, manteniendo un feudo de control sobre aquellos que no pueden permitirse comprar un puesto en la escala social, el cual llevan sin embargo financiando demasiadas generaciones, y que aún así, no les ha garantizado  ni las migajas de lo que sembraron sus abuelos cuando se dejaron la vida en la gleba y en las trincheras.

Entraron en la política y en el orbe público sigilosamente, como una serpiente en una cama, llevando el secreto de su veneno en las entrañas de su mente, preparando la pócima de sus intenciones de manera secreta y oculta al pueblo, para traicionarlo y venderlo a sus enemigos, al tiempo que hipotecaban sus vidas como si se tratase de una herramienta a la que se explota y se saca rendimiento, para sustituirla una vez rota o averiada.

Entre los trabajos necesarios que se propusieron llevar a cabo, debieron plantearse algo que siempre ha existido como un auténtico problema para los dirigentes corruptos, y los criminales a gran escala, era necesario reducir la cultura a los niveles más bajos para que la falta de capacidades intelectuales no estorbe, ni tienda a preservar los derechos del pueblo, para que la falta de conocimientos ayude a garantizar la falta de confianza en las propias aptitudes, enraizando dudas, miedo e inseguridad, con el resultado de convertir a la sociedad dependiente, en marionetas que danzan al ritmo que marca el hambre, la injusticia y el engaño.

Para ello, se aprueban programas que reduzcan los niveles básicos de estudios a folletines de pasatiempo, se limita el acceso a bibliotecas, centros y cursos, además de cortar por completo todas las ayudas y becas de aprendizaje, y colocando el país en uno de los puestos más bajos del planeta en sistema educacional, por debajo de regiones tercermundistas que jamás han visto un colegio, pues la institución más moderna que han conocido consiste en una choza para almacenar pieles de animales puestas a secar al sol. Ya han conseguido hacer la mitad del trabajo de preparación de la sociedad.

De este modo, aunando pobreza e incultura, se somete a un pueblo que antes necesita comer que pensar en abogados y manifestaciones, un pueblo que antes necesita comprarse ropa que viajar y conocer otros países, un pueblo que antes necesita medicamentos para sobrevivir que pensar en aprender idiomas o terminar carreras universitarias, un pueblo que antes necesita arreglar goteras de la casa o paredes que se caen ruinosas que comprar un libro para leer y aprender, pero debido a esto es un pueblo al que se mantiene a raya y sin dolores de cabeza, a cambio de evitar el sufrimiento de sus familias, que son esclavos de sus problemas para llegar a fin de mes, y de su trabajo, donde tienen que agachar la cabeza para conservarlo, enterrando orgullo, dignidad y derechos, y víctimas de una falta de espíritu que pone título a sus míseras existencias.

Mientras todo esto ocurre en la calle, cada amanecer, se llevan a cabo enormes derroches de fortunas repartidas entre una irónica selección de personajes venidos de los lugares más disparatados y más lejanos, amén de entre otra selección que lleva el sello nacional, y que no es mucho mejor que la de los invitados. Estamos hablando de toda esa respetable masa formada por ladrones genéricos, asesinos, maltratadores, estafadores, traficantes de drogas, pederastas y conspiradores comunistas o traidores al país, además de sicarios nacionales e internacionales de toda especie, que ya tenían antecedentes penales cuando mamaban de las tetas de su madre, y que no tienen una personalidad muy definida, pues del mismo modo reciben ayudas unos que otros, siempre que acepten dar la razón, cerrar la boca y votar a quien les da lo que quieren, o quedarse en casa el día de las elecciones.

Al financiar a la peor podredumbre del planeta sin ningún beneficio práctico, y conociendo como bien conocemos los números que se han venido gestando los últimos años, en que por cada euro de ingreso se gastaban mil, tirados por el inodoro, la banca se va secando día a día, y se van restringiendo coberturas urgentes en sanidad, servicios sociales, infraestructuras, seguridad nacional y cultura que son inminentes, que no pueden ya aguantar otro año más la situación de miseria ante el caos que se avecina.

Los lobos aprovechan siempre la incertidumbre de las ovejas para lanzarse sobre ellas y comer a estómago abierto, amparados por un sistema judicial que ni siquiera existe, pues los jueces dejaron ya de trabajar como tales y se transformaron en políticos, habida cuenta de que en el reparto de los botines se estaba pidiendo el carnet del partido a la entrada de la discoteca, porque acaban de animarse para quitarse la toga y ponerse la pegatina con el logo sindicalista, no sin antes dedicarse a guillotinar desmedidamente a todos y cada uno de aquellos que no son de los suyos, y a unos cuantos que, a pesar de serlo, se la tenían jurada desde hacía tiempo.

Como no existe ningún control sobre el funcionamiento de ningún sector cultural, comercial o institucional, y estando bajo la influencia de los malos consejos de la penuria, todas las personas mínimamente responsables de algún cargo, negocio o departamento, se corrompen y se dedican a estafar, robar, engañar o manipular, adquiriendo su fortuna a través de víctimas despistadas o sin opciones de elegir, haciendo que se confunda lo legal con lo ilegal, especialmente en cuanto a derechos de patentes, títulos de propiedad, derechos adquisitivos o derechos sobre bienes. Desaparecen las prioridades por razón de capacidad y de reconocimientos, siendo sustituidas por senescales políticos partidistas que llevan mucho tiempo aunando dinero y poder para sus caudillos, y hay que echarles algún trozo de hueso para que no se huelan que son meras herramientas del enriquecimiento de sus líderes, sin saber que como todos, también tienen fecha de caducidad y retirada en algún momento a determinar.

La autenticidad de bienes, documentos o actos ya no se puede garantizar porque no existen representantes en ningún campo, ni con preparación, ni con moralidad suficientes para demostrarla, tampoco se llevan a cabo trabajos destinados a intentar la empresa, porque es más rentable el tráfico de todos ellos que los esfuerzos invertidos en su conservación, además de ser más barato y hacer más difícil la competencia entre sus titulares, paralelamente a que proporciona clientes más interesantes entre los más ricos.

Esto incide con mucha mayor fuerza en las transacciones y empresas pequeñas, porque es donde los consumidores con poca capacidad económica se ven obligados a aceptar irremediablemente la situación, ya que nadie es capaz de ser al mismo tiempo médico, mecánico, banquero, fontanero, electricista, agricultor, ganadero, policía, político o carnicero, entre muchos cientos de especialidades, y cada cual abusa a sus anchas en su momento, engañando cuando le toca y le es propicio, especialmente porque nadie le va a exigir solvencia o responsabilidad, ni le va a revisar o inspeccionar su funcionamiento si no es para conseguir el diezmo de corrupción estatal, dependiendo de muchas formalidades tradicionalmente entendidas, y para las que hacen de mediadores los abogados.

Mientras todo esto sucede en la vieja e ingenua iberia, no estamos prestando atención al mundo, en el que se cocina un panorama espeluznante.

Figura por ahí, en algún lugar, una profecía que reza que la última batalla tendrá lugar en la colina de Meggido, pero no hallamos manera de saber por qué irónicos derroteros llegaremos a ese lugar. Es curioso porque, si utilizamos un programa satélite de internet, para observar a vista de pájaro este lugar, aparece como un sitio inhóspito, carente de todo atractivo que no sea la pura investigación arqueológica, y el placer por la Historia Antigua, podemos enterarnos que se trata de los restos de un palacio erigido por Salomón, pero en principio todo apunta a que solo se trataba de uno de los muchos que el sabio rey visitaba, y el hecho de que el último suspiro de la humanidad tenga lugar aquí, entonces, debe responder a otros planteamientos más complicados, o a un puro azar preconcebido por un destino caprichoso.

Da lo mismo si hemos de aceptar que será el fin, dado que con el fin se acabará todo, venga de la manera que venga, por eso puede que en el futuro solo se trate de un nombre más, como los que ostentaron lugares como Saigón, Hanoi, Los Vosgos, Normandía, Trafalgar, Midway, Iwo Jima, Pearl Harbor, Hiroshima o tantos otros...., o puede que sea el último nombre. En todo caso, el misterio a esta cuestión no está en los nombres, sino en los lugares que los ostentan, y en las personas que están relacionadas con ellos.

Oriente lleva viviendo en guerra abierta varios milenios, con unos o con otros, pero su imagen mundial es la imagen de la guerra viva en cualquier momento de la historia, aunque al principio era más una cuestión feudal y religiosa, y en el presente podamos afirmar que es más una cuestión económica y de compromiso, y en esa política de cambios de gobierno y de rencillas propiciadas por razones de economía exterior, más vinculadas a la supervivencia que al crecimiento, casi todo el tiempo ha llevado las de perder, puesto que el petróleo es una golosina muy adictiva, y en el juego mundial con el que se mide las caras, es tan necesaria una civilización avanzada que sea capaz de sacar rendimiento a los recursos, como el hecho de poseerlos a gran escala.

Cuando Bush hijo, el gran vaquero americano, el padre de América, intentó quedarse con el petróleo de Irak para él solito, se olvidó de recordarle al mundo que no queda petróleo para los próximos 20 años, cosa que se habían preocupado concienzudamente los jeques de Kuwait de ocultar al planeta con mucho celo. Y de todos es bien sabido, que los jeques sin petróleo estarán más desprotegidos, y en peor situación, que un eunuco en pelotas y sin agua, en mitad del desierto de Atacama. Son, en definitiva, sin los petrodólares, lo mismo que un mendigo en mitad de Nueva York.

Pero Bush quería ir más lejos. Sabía que si, además de no haber petróleo, él fuera el único que lo poseía, también sería el único en ser capaz de mover su impresionante y titánica maquinaria de guerra, especialmente sus poderosas flotas nucleares, arrodillando a Oriente a sus pies. No sabemos si también habría pensado tomar Jerusalén y hacer un merecido homenaje a los caídos en Los Cuernos de Hattin. Lo cierto es que, una vez solventada la cuestión de oriente, y presentado como líder indiscutible de la guerra, se podía por fin plantear el tema de la cuestión cubana, y desembarcar a sus marines en paracaídas sobre la isla, diciendo que a partir de ese momento tenía un estado más en los EE.UU.

Hay quien piensa que le reportaría más gastos que beneficios, pero no es un secreto que si preguntase a los cubanos si querían ser estadounidenses o cubanos, la respuesta se cae por sí misma, a pesar de la publicidad, falsa y controlada a punta de fusil, que se hace en la estrecha roca. Mediante esta maniobra no solo gana la isla, que ya es bastante, hemos de ser conscientes de que cierra todo el caribe español ante el continente, controlando estratégicamente el mar de las Antillas, y cerrando de paso las principales líneas comerciales a Venezuela, el otro gran productor de petróleo, tanto económicamente como militarmente, al cual se le puede antojar pedirle un buen pellizco en dinero o petróleo, para dejarle acceder al Atlántico, o surcar las aguas hasta su propio país.

Lamentablemente, las hordas sarracenas están demasiado bien repartidas en el mundo, y como llevan ya muchas décadas invadiendo Europa, se pueden jactar de disfrutar dos veces del petróleo que sus líderes musulmanes venden a occidente.

Precisamente por eso, Al-Qaeda comenzó a pensar, después de que lo habían proyectado siglos antes sus abuelos, que era el momento de empezar a avanzar hacia el continente anhelado, aquel que no fueron capaces de conquistar los turcos, ni los hunos, ni los bárbaros o los berberiscos. Tampoco lo pudo hacer Napoleón ni Hitler, pero Bin Laden piensa que por primera vez ha encontrado la piedra califal que le va a dar la solución, y decide ponerse manos a la obra. Aunque en solitario no puede, y para ello cuenta con amigos eficaces en España y EE.UU., donde existen títeres dirigentes que le van a reservar un trono para cuando llegue triunfal, al estilo de Alejandro Magno a bordo de sus descomunales elefantes.

El proceso es fácil aunque lento, pero tiempo sobra y fanáticos estúpidos que revienten con bombas también, de modo que solo hay que repartir trabajos y misiones, ponerse en contacto con los bufones de los países aliados, y comenzar la batalla. Además de prostitutas, estamos poniendo la cama y las copas, ¿qué más se puede pedir?, los grandes sultanes siempre han vivido así, y en plena crisis de miseria y hambre no se van a privar de continuar haciéndolo; por otro lado, en España, si aseguras un buen puñado de votos para el comunismo, teniendo en cuenta que los que se cuelan en el barrio, se traen a toda su caterva con ellos, tienes la garantía de no solamente no ir a prisión, sino de  recibir un piso, una pensión y una mezquita donde rezar....vamos, que mejor que en oriente todavía.

Como ya no se lucha con espadas y con caballos, lo mejor es hacerse con buen uranio enriquecido, tecnología militar rusa, de esa que ya no les sirve a los habitantes de las estepas, pero que se paga bien en otros lugares, y comenzar a fabricar bombas atómicas en serie. Pero no importa que el 90% del pueblo musulmán se muera de hambre, especialmente en África, porque como gracias a la Guerra Santa, irán al Paraíso, pues es por una buena causa, de modo que les aconsejan dejarse comer por los bichos mientras el sultán de Brunei mantiene a 3.000 concubinas, que por otro lado, no debe haber visto desnudas jamás en su vida, aunque viajar con ellas y exhibirlas concede un prestigio extraordinario. Si ellas también van al paraíso es normal que muchos quieran morir cuanto antes, aunque ninguno ha vuelto para contar sus placeres en semejante lugar, como ocurre con la mayoría de las religiones.

Y ocurre que, mientras se prepara el salto definitivo hacia la conquista de Europa, en el siglo XXI, hacen falta euros y dólares para subsistir, pero no es problema, porque del mismo modo que en el s. XVI España mantenía a todos los piratas del continente europeo, ahora mantiene a todos los terroristas de oriente, y es que éste país tiene unas tetas que no se agotan ni con familia numerosa, lástima que no tenga un marido que sea capaz de organizar como Dios manda los turnos para tomar esa leche.

Para esa subsistencia, Al-Qaeda organiza de un modo inteligente la piratería del siglo XXI, y los millones de Europa, y España a su cabeza, comienzan a desfilar hacia Oriente, justificados por los secuestros, primero anuales, después mensuales, luego semanales y ahora diarios, y entonces ya está todo en su sitio. Como sobresueldo se suelen echar horas extra traficando con la cocaína y las armas, con las que mantienen algunos gastillos generados por el terrorismo islamista, pero nos remitimos a lo ya comentado sobre nuestro país. Hemos de tener en cuenta que se trata de un trabajo bastante cómodo, parecido a trabajar en casa por internet, no hay que salir de casa, se gana mucho dinero y son los idiotas occidentales los que vienen ellos solitos a meterse en la boca del lobo, garantizando que un buen montón de diablos esqueléticos parecidos a los somalíes, disfruten de fiestas y putas, pagados por los gobiernos civilizados. Y el mercado da hasta para compartir con los inversores. Claro que, como parece que la banca languidece, ha sido necesario, para seguir pagando a semejante colección de seres, quitarles el sueldo a los funcionarios, y facilitar que sigan cobrando los terroristas del sueldo legítimo de las mismas personas a las que asesinan a tiros en Afganistán... Todo un logro político, yo te pago y tu me matas....es propio de nuestro siglo y de nuestro pueblo.

Por ello, y debido a todos estos sucesos, piensan los musulmanes, tenemos petróleo, tenemos misiles, tenemos dinero, tenemos mujeres esclavas en sexo y en devoción, tenemos guerreros fieles hasta la muerte, y solamente nos queda ser dueños del planeta.

Entonces deciden que es el momento. Y recuerdan que, cuando Tarik pasó Gibraltar con 7.000 gomeles a sus órdenes, todo el mundo se alarmó aun cuando no existía ni TV, ni radio, ni internet, de modo que han decidido que es mejor hacerlo de nuevo, pero enviando entre 3 y 7 pateras diarias con 40 a 60 personas en cada una, y así en el lapso de 20 años habrán colado el mayor ejército jamás contemplado en un campo de batalla, y habrán llegado hasta Rusia como mínimo, entrando por España, sin sangre, sin combates, sin sacrificios por Alá, sin disgustos y sin invertir ni una moneda, ya que en España tienen comida gratis, casa gratis, ropa gratis, sueldo gratis y familia gratis, y si falta algo se coge por la fuerza y punto. Al fin y al cabo, han vuelto a casa, según ellos, porque desde que en 1492 abandonaron Al-Andalus, ya la echaban de menos, y el títere que lo regenta a fecha de hoy, es un aliado de los infieles, puesto que son éstos súbditos los únicos que lo aplauden cuando reboza su ignorancia por el mundo, poniendo en ridículo a su pueblo, a cambio, claro está, de un masivo paquete de votos.

Ahora que ya están en España, han ido gestando la idea de invadir el resto de Europa, aunque no va a ser tan fácil. En el resto del continente, recuerdan los musulmanes que nacieron los templarios en Francia, los teutones en Alemania, los britanos de Arturo en el Reino Unido, los prusianos en Prusia y los vikingos en Suecia y Noruega, y parece que no se ponen a cuatro patas como hacen en la vieja Hispania sin protestar siquiera, y que razas tan bravas, tan grandes y tan guerreras, siguen defendiendo el mundo con el mismo arrojo y tesón como lo hicieran hace siglos sus antepasados, por lo que habrá que reagruparse en la península ibérica para esperar el turno, mientras engordan como cerdos, duermen como tumbas, beben como cosacos y joden como los monos a costa de los trabajadores españoles, que para eso tienen las tetas más grandes de Europa.

Ciertamente, en Europa no alcanzan a comprender qué coños les ocurre a los españoles, pero como están ocupados barriendo su propia casa, no pueden por menos que encogerse de hombros cuando la situación se lo permite, y reírse a mandíbula batiente cuando no se lo permite, sin embargo sí les llega el entendimiento para sospechar que el país de la piel de toro será un día, aunque sea lejano, el proscrito que se arrodilló ante un mediocre personajillo, cuya única hazaña sobre el planeta fue ser elegido por accidente para hacerse rico,  y optar por convertirse en terrorista en lugar de hacerlo en jeque, como sus contemporáneos. Frente a nuestro adversario, Mohamed VI, ya mediocre y miserable por naturaleza, el anterior, al que decidimos llamar presidente, porque había que llamarlo de alguna manera que fuese discreta, semeja un eunuco al que alguien subió a una escalera y le gritó que estaba en lo más alto del Atlas.

El Magreb ha logrado, en apenas un puñado de años, lo que no fue capaz de conseguir la saga de Abderramán en casi siete siglos, pero es obvio que ya están afirmando que Ceuta y Melilla son marroquíes, y además, con el visto bueno de sus propietarios, por lo que podemos afirmar conscientemente que se halla preparada la plataforma, la misma que empleó Tarik, para lanzarse sobre España y usarla como puerta para entrar a saco en el resto del continente, haciéndolo un bocadillo por el este con los misiles de Irán, China y Vietnam.

Si atendemos a la sociedad que nos rodea, en general, será fácil conocer que la peor parte de esta naciente anarquía en nuestro país, lo sufrirá el nivel cultural de sus conciudadanos, y sus posibles peores víctimas serán las mujeres, enterradas en un saco de pies a cabeza, sin ver, sin mirar, sin hablar, sin saber, sin lavarse y sin dejar de servir como conejas, para continuar fabricando sin descanso más hijos de Alá. Eso si, claro está, que tendrán que compartir las mismas sábanas con otras tres esposas al menos, siempre que hablemos de una economía modesta y tradicional, dentro de los principios del Corán, pero si hay que desviar unos gastos, entonces las esposas se quedarán sin comer y está solucionado, porque lo prioritario son los guerreros de Mahoma.

Como ejemplo de los ejemplos para el futuro, y novedad escalofriante por más palabras, recordemos la noticia que está recorriendo los medios de comunicación y la prensa internacional, con el proyecto en EE.UU. para construir, en la zona cero, una mezquita, justo donde los espíritus de los muertos neoyorquinos y de otras docenas de países del resto del mundo, estarán clamando justicia y venganza, bajo las rodillas postradas de sus asesinos, rezando a su dios. Y es que cuando te pones a conquistar el mundo, la parte más interesante de la guerra siempre parece consistir en las violaciones de las víctimas, y la burla a sus seres queridos, al menos en esta parte de nuestra Historia, parece ser la más excitante, como lo fueron en otras épocas pasadas, en que millones de habitantes del planeta, criticamos enardecidamente los abusos que imperialistas e iluminados conquistadores se deleitaron en llevar a cabo. Es posible que para no sufrir la certeza de que estamos protegiendo a quienes nos hacen pedazos y se ríen de la desgracia que nos causan, sigamos enarbolando una bandera de derechos humanos, que representa mejor la imagen de la indolencia y la cobardía, que cualquier derecho digno de ser reclamado en un mundo en desaparición.
                                     
                                                                                       
                                                                                                                13 de enero de 2.011.