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14 de de diciembre de 2017. Hoy ha vuelto a ocurrir de nuevo, dos valientes
Agentes del Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil, han entregado sus jóvenes y
prometedoras vidas al servicio de su pueblo, a su bandera y a su país, tal como
en su día juraron que lo harían, con el valor y la virtud que solamente una
legión de soldados y policías, además de militares de la OTAN, tan grandiosa,
tan leal y prometedora, es capaz de regalar al precio de un simple sueldo de
funcionarios, a cambio de ser la mejor legión de bravos que ha visto una Corona
caminar bajo su cielo.
Y entonces muchos españoles nos
preguntamos, ¿cuántos han de morir aún para que éste país tome el camino
adecuado?, ¿cuántas lágrimas han de regar ésta tierra para que se haga justicia
con los héroes, en lugar de con los delincuentes?, ¿cuándo se va a reconocer el
auténtico valor que merece el Haz de Lictores, por los sacrificios tan grandes
que hace a diario?...; la respuesta suele ser el silencio, la demagogia, la
duda..., y mañana será otro día, mientras el camino se halla sembrado de
viudas, huérfanos, padres sin hijos o hijas, cónyuges abandonados, confusión,
dolor, incertidumbre ante los hechos que observamos, cada vez más contundentes y
repetitivos..., en una nación de la Unión Europea donde se puede asesinar,
violar, robar e infringir las normas, las leyes y los derechos humanos sin
límite, sin miedo.
Hace tan solo 3 semanas,
aproximadamente, falleció otro miembro de ésta sagrada Institución, del mismo
modo, con 36 años, acribillado a balazos en uno de los 3 atracos cometidos en
alrededor de 15 días más o menos, a entidades bancarias, y de nuevo es el
uniforme de éstos valerosos caballeros que visten de verde, quien tiene que
vestirse de luto, pagando el máximo precio, el más alto de cuantos se llevan
observando en las últimas décadas.
Dos Agentes de paisano, sin chalecos
antibalas, según los noticiarios televisivos, haciendo un rutinario servicio de
indagación, cuya exquisita experiencia les llevó a acercarse demasiado a su
objetivo, sin saber que éste les estaba esperando, agazapado como un animal de
presa entre la espesura... No tuvieron tiempo de reaccionar, y aunque lo
hubiesen tenido, el criminal estaba preparado para ello, y les superaba en
armas y munición.
Cada día que nos levantamos por la
mañana, miramos por la ventana, nos vestimos, desayunamos y nos marchamos a
trabajar para hacer una rutina conocida, un camino conocido, unas tareas
comunes y un horario tradicional. Pero mientras dormimos, mientras trabajamos,
mientras comemos o paseamos un domingo o un día de fiesta cualquiera, existen
unos ángeles custodios que madrugan antes que el sol, para preparar nuestra
rutina con seguridad, que vigilan y regulan calles, carreteras y caminos para
asegurar nuestra salida y regreso, que pasan frío y penalidades para que todo
se encuentre en orden y a punto a cualquier hora de cualquier día, que
renuncian al ocio y al disfrute de muchos días especiales para que nosotros
lleguemos sanos y felices a casa, contentos y en compañía de nuestros hijos y
esposas, a menudo insultándoles, defenestrándoles, porque exigen ley y obediencia a las normas y las conductas que necesita un país moderno y
desmadrado..., quizá en un cruce o en una rotonda cualquiera, y cada vez más,
se dejan su propia sangre sobre el terreno por nuestra protección, por nuestra
causa, por nuestros males, aguantando los suyos para no protestar, para no
decaer, para no ser débiles, para continuar en primera línea de fuego..., sin
pensar que también son humanos, que también tienen hijos y esposas esperándoles
en casa, aunque muchas veces no llegarán jamás, porque el Guardia Civil sabe
cuándo sale de su hogar, pero nunca si va a regresar de nuevo para ver por
última vez un amanecer, que quizá jamás volverá a contemplar en su vida, tan
solo porque ese día realizaba su trabajo como tantos otros, para poder pagar
una casa y un plato de comida a su familia..., pero alguien, en algún lugar,
decidió libremente que era un estorbo para sus mezquinos planes, y decidió
quitárselo de encima, llenándolo de plomo con un arma cualquiera, y surge la
gran polémica: ¿acaso no conocen y aceptan sus riesgos?, obviamente sí, son
profesionales, pero también son personas y tienen derecho a vivir.
Es en éste momento cuando la mente se
rebela y se pregunta, ¿hasta cuándo vamos a permitir que esto evolucione?,
¿cuándo vamos a lograr imponer la justicia y la ley, que estos esforzados y
eficaces guardianes de nuestra vida representan?, ¿cuándo va a imperar de una
vez la lógica y la mentalidad civilizada del siglo XXI?, quizá éstas letras
logren hacernos pensar, o quizá no sean más que otro puñado de ideas sin
fundamento que su autor, un Guardia Civil veterano, entiende desde hace ya
muchos años..., a pesar de conocer los riesgos y ser consciente de ellos, pero
lo cierto es que el día que ya no estén entre nosotros, el mundo sufrirá un
retroceso bíblico en España, que quizá jamás recupere, de modo que nosotros
deberíamos también cuidar un poco más de ellos, a fin de que ellos sobrevivan
para poder ayudarnos y protegernos...
Desde éstas líneas, deseo ofrecer mis
mayores condolencias a los familiares y allegados de estos héroes con nombre
propio, tan titánicos, que ayudan a que ese escudo y esa bandera que portan,
sigan brillando aún mucho más que la estrella de Belén que éstas fechas
colocaremos en nuestros hogares, y que esas víctimas y sus familias, ya no van
a disfrutar... Por ellos, por su gran sacrificio y su gran valor, les dedico
éstas letras...
Muchas gracias, compañeros, ¡Fuerza y
Honor!.
Ávila, 15 de diciembre de 2017.