viernes, 8 de diciembre de 2017

Huellas en el camino...



         Un día se levantó un guerrero y se puso a meditar....y en sus pensamientos descubrió importantes emociones... Se dio cuenta de que sus logros no eran sus hazañas en la guerra...., tampoco sus victorias con las armas; descubrió que sus logros no lo ayudaban a ser más fuerte, ni ser más listo, ni ser más experto; descubrió que sus logros no eran sus dotes para capitanear tropas de poderosos mercenarios contra la adversidad; descubrió que sus logros no consistían en ser capaz de aguantar el dolor de las heridas, ni el dolor de perder a los amigos...

         Descubrió que sus logros se basaban en ser capaz de contemplar la dulzura de la niñez, aquel hermoso pasado lleno de paz, aquella sensación de libertad, de felicidad, de inocencia, de ausencia de afrentas hundido en el barro, y una vez perdido todo esto, haber sido capaz de mirar al frente y continuar sonriendo con valor, dispuesto a aceptar, inevitablemente, que la vida es eso, un paso lúgubre de lo más maravilloso a lo más espantoso, sabiendo que quizá no habrá metas, ni trofeos, ni besos, ni caricias, tan solo su soledad en compañía de su espada, que tan solo esa fría hoja de acero estará matrimoniada con su alma en los peores momentos en que el diablo reirá a mandíbula batiente...para recordarle que él, Gargolius, es el auténtico enemigo, el auténtico oponente, y que el guerrero es un pobre corazón roto, que beberá de sus propias lágrimas cuando no tenga fuerzas para avanzar,  que cuanto más amor entregue, menos amor recibirá...

         Comprendió que su mayor logro había sido ese, superar el aplastante designio que le anunciaba su destino, y que era más terrible que la más oscura de las batallas, en que las penumbras se ciernen sobre la esperanza, con la amenaza de la soledad y la tristeza...y entonces lo logró....sabía que había atravesado su peor prueba como adalid en este mundo....

           Pero como la vida no acaba aquí, pensó que a partir de aquel instante sería capitán de su propio destino, de su propia guerra, de su propia batalla..., esa que comenzamos cuando amanecemos por la mañana, y no termina hasta que volvemos a nuestro lecho, una vez terminada la jornada; en ocasiones, ese regreso al hogar estará compensado con besos, caricias tiernas y dulzura; otras, con soledad, recuerdos de nostalgia y a veces incluso lágrimas por el pasado, pero lo más relevante será mantener la fuerza y el honor de ser nosotros mismos, los eternos guerreros que un día juramos conservar, al precio de nuestra propia vida.

       Como dice la canción It's A Long Roud (El camino es largo), continuaremos avanzando, con mejores o peores pasos, poco a poco, superando los tropiezos, a los enemigos y a ese destino cruel que nos amenaza cada día, para intentar llegar a la meta marcada, al margen de lo que nuestros peores designios nos guarde, al margen de que el mundo nos ame o nos odie, porque lo importante es sentirse satisfecho con la misión llevada a cabo un día en que salimos de casa, para cumplir con los sueños construidos por nuestro corazón.

           Gracias.



No hay comentarios:

Publicar un comentario