martes, 3 de febrero de 2015

LA INCREIBLE LEYENDA DE LA BUZZE V.



APARECEN LAS EVIDENCIAS.-

La transposición del criptograma nos permite determinar qué fuente pudo haber inspirado a Olivier Levasseur  para desarrollar su criptograma. Recordemos que las ciencias de la criptografía, tan antiguas en la Historia, se pierden con el paso del tiempo y en este momento del siglo XVIII aún no están muy desarrollados. Sus conocimientos pudieron ser transmitidos por los marineros que van desde Europa hacia las Indias Occidentales o las Indias Orientales. Como base podemos considerar los viajes de Laperouse (1781-1789).


En 1756, las Seychelles habían sido colonizadas por franceses, entre los que se encontraba la familia Savy, que poseía tierras en la zona de Bel Ombre. En 1923, la Mr. Charles Savy y su señora poseían tierras que bordean el mar en la isla de Mahé, al sur de las islas Seychelles. Un día descubrieron que cuando bajaba la marea, aparecían unas piedras talladas cerca del océano, pero lo extraño es que en ella se podían distinguir animales tallados por la mano del hombre, perros, serpientes, tortugas, caballos, y las formas de los objetos y los seres humanos: una urna, corazones, una figura mujer joven, una cabeza de un hombre con una mirada monstruosamente abierta. Estas piedras talladas figuraban mencionadas en los documentos descifrados de La Buzze. Un etnógrafo les sugirió que estos grabados rupestres podrían estar relacionados con las escritura ideográfica, indonesios y pascuanos, donde es frecuente encontrar a la serpiente y tortuga, que recordaban antiguas civilizaciones.


Las evidencias comenzaron a aflorar mientras diversos ciudadanos se instalaban en la isla, levantando sus casas. Un día, una familia cava en su jardín y encuentra  jarras de vino llenas de monedas de oro. Otra familia descubrió en una playa varios hierros, balas de cañón y los restos del campamento. Pero el nombre más volcado en esta historia, aún no había llegado…

            En 1949, Reginald Cruise-Wilkins (1913-1977) contrajo la malaria y los médicos le aconsejaron que fuera a descansar en las Seychelles, cuyo clima y paisaje sería benefactor para su salud. Este curioso personaje había sido cadete en el barco escuela Mercury, aficionado a la astronomía y la mitología.


           
            Cuando llegó, escuchó hablar de la historia del tesoro de Olivier, y allí fue donde accidentalmente ideó comenzar con esta búsqueda del tesoro. Al principio todo parecía una broma pero luego las evidencias comenzaron a cautivarlo. Comenzó en 1949, un importante trabajo en la playa de la localidad de Bel Ombre, en el norte de la isla de Mahé, donde nuestro aventurero compró una casa. Fue ese año cuando Reginald Wilkins comenzó su búsqueda del tesoro. Al principio, exceptuando algunos hallazgos poco espectaculares, como restos de pistolas y espadas o algunas monedas, sus métodos de búsqueda no revelaron nada. Los anteriores buscadores, entre los que figuran dos tales Jacques y Edward no pudieron encontrar el tesoro salvo un viejo baúl, una campana, las linternas y huesos. Estos personajes son dos cazadores de tesoros que hacen su investigación más profunda en la selva. Discuten con Wilkins, que  afirma que Jacques y Edward se basan a partir de marcas de simples arañazos en las rocas, en lugar de reconocer evidencias ciertas.
La mayoría de la gente pensaba que Wilkins estaba loco, pero se despreocupó por las opiniones de los demás convencido de que tenía razón. Continuó su trabajo porque tenía un carácter fuerte. Wilkins conoció a Mr. Charles Savy y examinó el documento criptográfico del tesoro, que parecía una mezcla de griego y hebreo distribuido en 17 líneas, y una de las primeras cosas que halló fue una mosca tallada en una roca, hecha claramente con herramientas metálicas. En el documento aparecía la palabra latina "musca". Otra marca era un "ojo de cerradura", idéntica a la del criptograma. El señor Wilkins pasó 5 meses en Nairobi traduciendo los documentos con un diccionario del siglo XVII, logrando descifrar algunas cifras correspondientes a distancias y grados. Uno de sus mayores éxitos supuso descifrar una primera frase completa, "encontrar cierta mujer sumergida en el agua". Comenzó a pensar que necesitaba la ayuda de la astronomía y la mitología griega al mismo tiempo.

Mr. Wilkins se animó y comenzó a invertir en las Seychelles importantes sumas de dinero, contratando trabajadores para limpiar de vegetación la zona, y consiguió hallar otras rocas con letras talladas iguales a las del documento. Un día se topó en el Monte Wilson con una piedra plana que tenía rumbos de compás, y recordó las distancias del documento, que pensó que partían de este punto. Con una cuerda midió 630 pies, cuya cifra había leído en el criptograma. Hizo algunas excavaciones sin resultados, pero se dio cuenta de que había usado la medida moderna de 30,48 cm. por pie, en lugar de la vieja medida francesa de 32,40 cm. Volvió a tomar medidas. Esto le llevó a un lugar que alcanzaba la marea alta, por lo que tuvo que levantar una pared para contener el agua, dándose cuenta de que coincidía con otro muro, aparentemente construido muchos años antes. Excavaron y encontraron enterrada una figura de mujer en granito, de 8 pies de largo, que el agua cubría parcialmente. Era la mujer sumergida a la que hacía referencia el documento.


          Mientras seguía otras pistas, logró hallar a las distancias mencionadas en el criptograma, el esqueleto de un caballo y unas huellas de pezuñas de ciervo. Debajo del esqueleto toparon con una tapa de piedra, al volarla dejaron al descubierto la entrada a una cueva vacía, pero que daba la sensación de que no había sido usada. Wilkins comenzó a pensar que Olivier Lavasseur había usado para plasmar sus pistas, el tema de Los doce trabajos de Hércules, el mito griego. En los siguientes cinco años, Wilkins continuó desvelando los siguientes trabajos de Hércules en la zona, pero además pudo constatar que los símbolos en la tierra coincidían con una constelación en el cielo. Así fueron apareciendo un relieve de perro, huesos de jabalí, huesos de ganado... Las excavaciones se extendieron por una extensión de 70 acres.


Mr. Cruise Wilkins se había arruinado con su empresa, pero consiguió que algunos socios le financiasen con 34.000 libras para seguir los trabajos. Contrató máquinas de excavación y complicadas herramientas para seguir su búsqueda, en la que logró hallar unas manzanas talladas en piedra, era el 11 trabajo de Hércules. Muy cerca estaban los huesos de una mandíbula de cerdo, el 12 trabajo del mito. Todas las excavaciones coincidían con la constelación de Andrómeda. Pero Wilkins estaba totalmente arruinado y sus socios no lo volvieron a financiar, estaban decepcionados porque no aparecía el tesoro que les compensara de sus inversiones.


Alguien había detectado en una ocasión cerca de un punto del mar, la presencia de varias libras de hierro con un aparato detector, lo que animó a pensar que podían ser herrajes de cofres, bandas y argollas, pero hasta el momento el secreto se niega a aparecer.


A su muerte en 1977, su hijo John Cruise-Wilkins se ocuparía de continuar el sueño inconcluso de su padre. John Cruise-Wilkins  llevó a cabo la aventura de su padre, aunque él no tenía ninguna duda de que una vida no sería suficiente para encontrar el tesoro de Levasseur. Se han encontrado hasta la fecha un fusil, una hoja de la espada, figuras y algunas monedas..., para lo cual los gastos supusieron unas 30 000 libras esterlinas invertidas en la causa durante décadas. Antes de morir, Wilkins estuvo trabajando con su socio, un americano rico. Estaban convencidos de que los piratas escondían sus tesoros durante la marea baja en cuevas que después quedaban sumergidas. Las olas de la marea, al subir la pleamar, podrían ocultar alguna entrada que pudiese albergar su tesoro.


En 1994, el señor Joseph Guy Germain, interesado en la leyenda que se contaba, observó algo muy curioso, relacionando el pergamino de Olivier y una piedra que había en el vestíbulo del salón municipal del Ayuntamiento de la localidad de La Posesión, que indicaba marcas geográficas. Esta piedra había sido hallada cercad del barranco Ay, en el camino Crémont, conocido ahora como “camino de los ingleses”, aunque no se sabe exactamente el punto, que solo conoce la persona que la encontró. Podría ser la misma piedra con la que trabajó Mr. Wilkins, que habría sido trasladada de su ubicación, perdiendo la orientación original que marcaba las distancias a los símbolos. El señor Joseph observó que la tres “A” tallada en esta piedra, formaban un triángulo, que sugiere que Levasseur conocía la trigonometría, y la empleó para esconder el tesoro, trazando determinadas bisectrices, pero para poder usarlo, habría que conocer la posición original de la piedra en su lugar. 

Entre las conclusiones que se han venido sacando del estudio de los símbolos del pergamino del pirata, se diferenciaban las siguientes:
 

A † R: Posible en caracteres latinos

A † F: Posible en caracteres latinos

A † P: posibles caracteres griegos

A † Γ: (alpha, Gamma): posible en griego

            Según estos datos, aparece designada la Cruz del Sur, y sus estrellas más brillantes, crucix Alfa y crucix Gamma. Otro supuesto es interpretar sus signos como marcas de francmasonería, según el análisis de Gaëtan Adam.


Otros investigadores dudaban de que el tesoro fuera en realidad de Olivier Levasseur, ya que otro pirata, Bernardin Nageón L’Estang, oficial de marina de la East India Company, también operó aquí en esas fechas, y en este sentido, las letras SBN o BN, estarían relacionadas con él, afirmando que consideran que hay 4 tesoros distintos ocultos en distintas islas, Isla de Francia (Mauricio), Belmont, en una cueva de Gran River- La Chaux  Port , y en Rodriguez. Estos tesoros estarían identificados por las letras BN. Lo que hizo pensar en esta posibilidad, fue el tesoro descubierto en 1916 en la isla de Pamba, cerca de Zanzíbar, donde el botín estaba localizado por las letras BN grabadas sobre una roca.


            El mito del tesoro de este pirata revivió hacia octubre de 2002 en las islas Seychelles, donde diversos investigadores trabajan con la esperanza de confirmar la autenticidad de la leyenda, que dice que se habría ocultado el tesoro junto a Bel Ombre en la costa noroeste de Mahé. Entre las evidencias presentes están las inscripciones en piedras, y entre las más interesantes los grabados de dos corazones y un busto femenino.


Las últimas excavaciones comenzaron en octubre de 2002, a partir de un movimiento de tierra gigantescas con bulldozers y luego utilizan la última tecnología para tratar de localizar a este fabuloso tesoro. Estas excavaciones se llevan a cabo por el Sr. Robert Graf, americano de 47 años que ya había hecho otros intentos contando con la información hasta ahora conocida, pero por el momento, el hallazgo del tesoro sigue siendo un misterio que aún no ha sido sacado a la luz, y guarda celosamente un secreto que podría estar a pocos metros bajo la superficie de la isla.


            A día de hoy, existe una tumba en el viejo cementerio de San Pablo, en la isla de Reunión, que supuestamente pertenece al pirata Olivier Levasseur, sin embargo, es un reclamo turístico. El famoso pirata nunca fue enterrado aquí por la sencilla razón de que el cementerio fue creado en 1788, es decir, 58 años después de su muerte. En aquella época, los condenados a muerte no podían ser enterrados en el cementerio. Sus restos permanecían un mínimo de 24 horas colgados en jaulas de hierro, o suspendidos sobre el río, como ejemplo, antes de ser enterrados en lugares desconocidos, para que nunca se convirtiesen en mártires de sus admiradores, frecuentemente eran arrojados a fosas comunes.


            A pesar de todo, existen románticos que están convencidos de que la tumba es la del pirata, y muchas personas supersticiosas, llevan ofrendas para colocarlas sobre su lápida, con la intención de hacer peticiones personales.


            Hace años, Francesca Verrazone, arqueóloga, hija del arqueólogo Giuseppe Verrazone, del laboratorio de Arqueología Subacuática de Marsella, ofreció una conferencia sobre los secretos de la arqueología en el Indico, anunciando que iba a liderar un equipo que tenía intención de investigar el secreto de Levasseur. Entre los invitados se hallaban en la conferencia arqueólogos y directores de excavaciones importantes, de países como Francia. No había muchos que a día de hoy sigan interesados en la historia, salvo Ritchie Baneto, un buzo que apoyaba la teoría de Verrazone, y que había estudiado con ella durante 10 años en la universidad de Marsella, cuando ésta hizo su doctorado en arqueología naval.


            No obstante, el anuncio de su trabajo en la isla de Santa María de Madagascar, acabó cautivando al público, que sigue de cerca los pasos de esta hermosa morena italiana, cuya manera de hablar de aventuras roba los sentidos. En su conferencia explicó cómo había preparado su trabajo en lugares como Lisboa o Brest, siguiendo la trayectoria relacionada con las East India Company.

            Sea como fuere, el tesoro de Olivier Levasseur, alias La Buzze, continúa allí, en algún lugar de estas islas, aún oculto celosamente en virtud de unos conocimientos y unas técnicas avanzadas, que aquellos líderes del mar se vanagloriaban en utilizar, para ocultar sus más codiciados secretos, y que, a día de hoy, se llevaron a la tumba.


            Quizá en el futuro seamos capaces de desvelar el punto exacto donde duerme su legado, y conocer un día su auténtica historia, llena de emocionantes momentos que solamente él y su tripulación pudieron vivir de cerca, y mirar con sus propios ojos.