viernes, 11 de mayo de 2012

"ALCAZABA" DE ADALID

El pasado día 26 de mayo de 2012, tuvimos el placer de recibir la visita de un gran autor de novela histórica, Jesús Sanchez Adaliz, autor de al menos una docena de novelas de tema histórico que ha sido galardonado ya con el duodécimo primer premio "Fernando Lara" de novela.

Licenciado en derecho por la Universidad de Extremadura, fue doctorado por la Universidad Complutense de Madrid, ejerciendo como juez antes de licenciarse en derecho canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca.

Su presencia culminaba en Ávila de los Caballeros los actos llevados a cabo con motivo de la Feria del Libro en nuestra ciudad, razón por la que hemos podido contar con el evento que ha protagonizado, presidido por el alcalde de ésta villa, y presentado por la Tte. de alcalde.

En su paso por nuestra capital, nos deleitó con la presentación de su última obra "Alcazaba", ofreciendo una conferencia sobre historia que no dejó indiferente a nadie, pues sus conocimientos y el rigor histórico con el que habla y escribe, animan a leer e investigar los contenidos de sus novelas, de gran valor y precisión.

Entre sus obras figuras títulos como El cautivo, El Mozárabe, El caballero de Alcántara, El Galeón, entre muchas otras.

Desde este blog doy las gracias a Adalid por haber estado en Ávila, y por el trato amable y abierto que ha compartido con nosotros, tierra de santos y de escritores, que tuvo la suerte de poder acoger en su espacio a tan insigne y sublime autor.


sábado, 5 de mayo de 2012

MODELISMO NAVAL: Cajas de fruta, el modelismo naval de los pobres. Parte VI

BUZARDAS.

        Otras piezas importantes que podemos fabricar con nuestras cajas de frutas son las buzardas,  para ligar piezas de estructuras y apóstoles en proa, o el interior de las cámaras y los coronamientos y las aletas por popa, también se pueden construir conjuntos de encastre de mástiles en las bodegas, o refuerzos y curvas en los genoles.

        El principio es el mismo que estamos siguiendo para la mayoría de las piezas, se dibujan en las plantillas, se cortan, se pulen, se arreglan y se cajean como el resto de las que hemos visto. En la fotografías que acompañan podemos observar un par de buzardas para reforzar el conjunto de encastre de un palo trinquete, con sus formas adaptadas a la línea curva de las cuadernas donde van encajadas, y la cajera que las permite embutir en la sobrequilla. Tienen 3.5 mm. de espesor y unos 30 mm. de largo aprox., que a escala 1/50 da como resultado una pieza de 17.5 centímetros de espesor y 1.5 metros de largo para una fragata de mediados del  S. XVII.


DURMIENTES.

        Sobre los durmientes no hay mucho que decir, dado que estamos hablando de unas piezas formadas por un tablón grueso que corre de proa a popa, pegado o clavado a sus cuadernas, con sus cajeados, bien a cola de milano, bien rectos, para recibir los baos.

        Puesto que habremos marcado las líneas de durmientes sobre las cuadernas, solo debemos asegurar la pieza en su sitio, y comprobar que el diseño de cubierta coincide con los planos, respetando la manga en cada punto, antes de abrir cajeados para los baos.

        Los materiales de las cajas de fruta ofrecen una clase de maderas muy buenas, de color amarillo oscuro, más apagado, que tienen buena calidad para ser utilizadas en éstas piezas, y aguantan firmemente toda la estructura de las cubiertas por muy complejas que sean.  Los cajeados se pueden biselar en todos los ángulos para adaptarse al estrechamiento de los extremos de proa y popa, o a las cubiertas con arrufo, con un resultado excepcional de limpieza y realismo.

        Teniendo en cuenta que a escala 1/50, en esta fragata, el durmiente tiene 8 mm. de tabla, la pieza auténtica debió poseer un ancho de unos 400 mm. en el barco, y un espesor de 3.5 mm, que equivale a 17.75 cm. de canto. Como la entalladura del tablón para recibir el bao tenía aproximadamente 1/3 del ancho del bao, estamos hablando de un cajeado de unos 2.5 mm a 3 mm en los que descansa la cabeza del bao.


BAOS.

        Los baos que fabricamos con estos materiales dependen básicamente de la medida o escala de las piezas, pero también basan un poco su escuadría en la clase de barco montado, ya que un sencillo bao destinado a una galera romana, no es igual que el bao cortado de una fragata de guerra de mediados del S. XVII, o que las grandes vigas que estructuraban los navíos de la época de Trafalgar.

        Aunque podemos utilizar piezas enterizas de cualquier otra madera, o unir varias piezas para formar una madre, con las maderas de las cajas se pueden prefabricar los listones que luego darán la pieza de la que sacar los baos, con tan solo unir varios tablones de menor escuadría, pegarlos y crear una pieza cuadrada de suficiente longitud, ancho y grueso. Si optamos por esto último, podemos incluso prever las cajeras que llevará la pieza antes de pegar los distintos tablones, ahorrándonos el paso de rebajar y cajear, una vez que se hayan marcado los puntos donde irán reservados los espacios para esta función. Estas piezas son perfectas para recibir latas, entremiches y semibaos que forman esqueletos de cubiertas, pues su naturaleza permite trabajarlas muy bien con herramientas muy sencillas, sin necesidad de sufrir demasiada dureza ni resistencia, y con unas pocas plantillas se pueden construir una enorme infinidad de piezas distintas de cualquier medida.

        En los baos de los castillos, es fácil reducir la escala de las piezas para fabricarlos de menores dimensiones, con las mismas piezas con las que hemos fabricado los baos principales, y las entalladuras se hacen con la misma eficacia que en el caso anterior, con solo afinar un poco y cuidar algo los rebajes.

                                                                      
BATIPORTES.

        Siguiendo con el armado de la nave, nos encontramos con la pequeña estructura que a veces nos proponemos montar para la salida de las piezas de fuego, que son los batiportes de las portas de baterías o troneras.

        En ellas utilizaremos piezas cuya anchura está un poco en función del espesor de las cuadernas que abrazan el montaje, y en fragatas de guerra de medio porte, del S. XVII, podía alcanzar entre 300 a 400 mm. de costado, aunque en navíos de línea era fácil que tuviera entre 600 y 700 mm. en la cubierta de baterías, es decir, la que se encontraba por debajo de la cubierta al aire libre, y la que tenía los cañones más gruesos, del orden de 40 libras en adelante.

        No obstante, la historia de los barcos de guerra es muy dilatada. Existieron innumerables medidas de artillería para cada barco y cada época, y es aquí donde el modelista debe trabajar con la documentación, para adaptar a su modelo la luz que tenía su barco, y por tanto, a los calibres que cada nave llevaba en su momento, que le marcará y limitará las medidas de estas piezas.

        Para ello, podemos seleccionar unas piezas que nos proporcionan los listones de 4 o 6 mm. de grueso para cortar los batiportes superiores e inferiores, y luego limitar la luz de la porta a la escala que tenía el barco mediante otras dos piezas verticales, entre las dos anteriores, formando el hueco de la batería. Si hemos hecho este trabajo antes de forrar el costado por el interior, solo tendremos que medir los tablones de forrado en los límites del batiporte; si se trata de forrar primero y luego abrir, podemos agujerear el hueco de la tronera, y luego ir abriendo con una lima hasta liberar el mismo espacio.

        Igualmente si no hemos dejado ya colocado con el forro exterior el rebaje de encaje de la porta, lo podemos hacer por el interior del hueco de la batería, con piezas de forros finos, simples o dobles, para formar ese rebaje que recibía la porta del cañón.

        En la foto mostrada, las piezas solamente van pegadas a sus ligazones, pero en la práctica, éstas iban alojadas en unos rebajes que se practicaban en la cuaderna, de modo que todo el conjunto estuviera asegurado mediante entalladuras a cola de milano, y es la manera como debemos hacerlo para hacer un buen trabajo de arsenal.

        Solo recordar que las troneras debían permitir recular la pieza de fuego más en altitud de tiro, que en ángulo de abatimiento, pues para éste se prefería maniobrar el barco si se podía, y para ello, las reglas marcaban que la luz de la porta, por encima de la boca del cañón, debía rondar los 2/3 del total, restando 1/3 por debajo de ella, para el buen reculaje de la caña, lo que nos indica que el aspecto del cañón apareciendo por su costado debe ser más bien arrimado al batiporte inferior que al superior, o que en el centro de la porta.


PORTAS DE ARTILLERIA.

        Las portas de la artillería se fabricaban sistemáticamente mediante la unión de piezas unidas unas a otras, y clavadas en dos hileras perpendiculares entre ellas, de modo que formaban dos plataformas juntas que se ofrecían solidez cuando estaba sometida a la presión de la maniobra de levantamiento con sus guardines.

        Al mismo tiempo, tiene un pequeño rebaje en todo su contorno salvo en el superior, donde van los herrajes, y que encajaba perfectamente en el rebaje similar del contorno de la tronera, con la finalidad de limitar el giro que tiene al taponar ésta, protegiendo los herrajes que, de otro modo, acabarían por romperse, mientras garantizaba la estanqueidad del hueco en los batemares.

        Las portas se fabrican fácilmente con piezas que cortamos en pequeñas medidas y unimos, primero entre ellas para formar la primera plataforma, y luego, cada plataforma con la otra. Solamente queda limar y pulir, y después formar los rebajes, pero hay que calcular escrupulosamente el grosor y tamaño de éstas para que sirvan con éxito a su función en la tronera de fuego.

        En la foto adjunta se pueden ver las portas en varios pasos de su proceso de construcción, sin rebaje, al lado de sus herrajes, listos para comenzar su forjado y colocación.


CUREÑAS. 

        Las cureñas de los cañones están íntimamente personalizadas con la artillería, ya que su diseño evolucionó al paso de los cañones, adaptando sus formas y dimensiones a las de las piezas que soportaban. Eran de roble de buena calidad y sus medidas, grosores y detalles se medían en calibres, siendo por lo general el calibre la medida del diámetro de la bala que disparaban, y éste índice decidía todos los parámetros del cañón y la cureña.

        Con nuestras maderas se pueden fabricar de dos modos distintos: dibujando la pieza enteriza, como ya hemos visto antes, y luego cortándola, o sencillamente uniendo varios tablones de un determinado grosor para unirlos mediante barras metálicas largas, que atraviesan toda la cureña, y aseguran el conjunto, además de sus pernos complementarios. Este último modo sería el que imita a la realidad más fielmente.

        El misterio de las cureñas está, entre otros detalles, en la altura que proporciona al cañón, y que está en función del barco, la época y el calibre de ese cañón, pero en una nave de medio porte, como por ejemplo una nao de guerra o un galeón, era fácil encontrar cañones que oscilaban cerca de las 12 libras. Los más grandes podían llegar a las 24 libras para la batería principal, montando de 12 y de 8 en popa y en los castillos.

        Con listones de caja de frutas de 4 mm. se pueden imitar cureñas que podían tener alrededor de 200 mm. de espesor, o menos, para cañones de alrededor de 18 libras aproximadamente, aunque dependía de cómo se aplicasen los calibres de la época. Las cureñas inglesas en forma de escalera pueden llevar unidos tres o cuatro de estos tablones, pero las españolas anteriores al S. XVIII, es más frecuente que fueran del tipo parecido a los falcones de tierra, teniendo unas largas vigas que iban hacia atrás del costado, eran muy frecuentes en los galeones del S. XVI.
                              


lunes, 30 de abril de 2012

Romanza del marino enamorado (fragmento)


Hay muchos capitanes en la mar
en la mar hay muchos marinos
hombres que son valientes
hombres que son atrevidos,

pero yo soy aquel capitán
que despediste en el puerto
aquel que nunca olvidarás
aquel que llevas tan dentro,

el dueño de tus abrazos
aquel que robó tus besos
el culpable de tu llanto
cuando zarpa su velero...

ESTELA PRODIGIOSA


martes, 3 de abril de 2012

MODELISMO NAVAL: Cajas de fruta, el modelismo naval de los pobres. Parte V

ENJARETADOS.

Uno de los montajes que podemos construir con una parte de las maderas, según el barco, la escala y el tamaño de la pieza, son los enjaretados, esos cierres de bodegas, cubiertas protegidas y tragaluces que equipan muchas naves, y que se forman encajando una serie de piezas en otras a través de cajeados. Nosotros utilizaremos en este caso las piezas llamadas forros finos, que poseen un grosor entre 0.8 a 1 mm., dependiendo del origen de la pieza, y son fácilmente fileteadas con discos dremel, apenas se tardan unos minutos en construir un entarimado de estas características.

Primero tomaríamos una de las piezas almacenadas, cortamos las tiras del ancho requerido tras haberlas pulido ligeramente con papel lija lo más fino posible, luego calculamos la distancia de los cortes según la escala de las claras que deba tener y pintamos una diminuta línea guía en cada una de las piezas a encajar; hecho esto, se hacen cortes siguiendo las líneas marcadas con el disco, que tiene exactamente el grosor que necesitamos para encajar el canto de la otra pieza, y tras formar varios peines, los vamos uniendo unos dentro de otros hasta formar el enrejado que cerrará el marco.
                                      
Solo nos faltaría darle el pintado, tintado o barnizado que queremos a la pieza y dejar que seque tranquilamente. Con éste método se pueden fabricar en serie, en poco tiempo, un buen número de enjaretados de diversas escalas y grosores, puesto que siempre tenemos la opción de unir dos de estas pequeñas tablitas, pegadas una sobre otra, y formar una que tenga 2 mm. de grosor para un barco mayor que requiera escalas más grandes. La dificultad sería exactamente la misma, y el trabajo solo sería aumentado al encolar cada par de piezas finas para formar otra más gruesa.

        Para llevar a cabo el corte de las piezas, solo debemos tomar una de las plantillas desmontadas de las cajas, lijarla y pulirla bien con grano fino, del orden de 220 a 400, y examinar qué piezas son las que debo construir.

        Una vez que hemos calculado la escala según el modelo, tomamos un lápiz y una regla, marcamos el ancho de la pieza y dibujamos a través de puntos de referencia, una línea que nos indique el corte a lo largo de la plantilla, como indica la fotografía adjunta. Después cortaremos siguiendo la línea, con una segueta, pequeña sierra de bricolage, sierra de disco, o disco dremel de corte, según la clase de plantilla a cortar, y obtendremos una serie de piezas para utilizar en cascos, cubiertas o piezas diversas, partiendo de las piezas ya cortadas.

El lijado o pulido de las piezas también se puede concretar después del corte de éstas, bien con papel de lija o con limas para metal finas, con las cuales además, se evitará rayar demasiado las piezas. La ventaja de las limas pequeñas y estrechas que encontramos en el mercado para trabajos minuciosos, garantizan que el resultado sobre el pulido sea muy pulcro, aunque tenemos otras técnicas como la utilización de trozos de vidrio que aseguran de una sola pasada un pulido inimitable sobre estas maderas blandas, dejándolas lisas y brillantes, sin apenas alteración de sus superficies.

            Entre las aplicaciones a las que podemos destinar nuestras maderas de cajas de fruta, como hemos venido viendo, existen numerosas piezas, pero aún no hemos terminado. Cuando el modelista se ha planteado construir una nave de cualquier clase, ya tiene más o menos una idea de la clase de piezas que va a necesitar, y dentro de la colección de equipamientos habrá algunos que están en relación con una nave fenicia, otros que pertenecen a las fragatas del S. XVII, quizá tengan que ver con remolcadores portuarios de vapor de mediados del S. XIX, o puede ser que se vayan a colocar en un gran acorazado alemán de la Primera Guerra Mundial.

        La enorme variedad de barcos que han ayudado a nacer los siglos, los países y las épocas, no nos permiten hacer un estudio completo de todas las aplicaciones que se puede el modelista plantear a la hora de desarrollar su imaginación para imitar cada pieza curiosa y personalizada de cualquier barco que ha existido y que existe en el mundo, ya  que la investigación en que se vuelcan muchos buenos artesanos de esta afición, siempre aporta algo nuevo no observado o poco conocido por el resto de la comunidad, por lo que este trabajo se limitará a mostrar una guía generalizada de lo más necesario que podemos fabricar con estos curiosos materiales.

        No obstante, al personalizar cada modelo en relación con lo que pretendemos crear, una misma pieza en bruto puede ser adaptada a distintas funciones o ser modelada de diferentes maneras, para dar como resultado un accesorio nuevo para cada barco en concreto, con tan solo estudiar un poco todo aquello que se utilizaba a bordo en su tiempo, o con detenernos a observar los barcos reales a escala natural que existen a nuestro alrededor, y tratar de imitar con la madera esas mismas piezas. Dado que en el caso de los más antiguos es más difícil esta observación, puesto que de principios del S. XVII hacia atrás es más inexistente la documentación cuando más retrocedemos en el tiempo, la alternativa es la investigación y el provecho que los materiales dan de sí en cada momento.


ESTRUCTURAS PRINCIPALES.

        Para continuar con la muestra de todo lo que las cajas de fruta pueden ofrecer al modelista, debemos pensar que hay determinados trabajos, o determinadas piezas que son más comunes a todos los barcos que otras, entre ellas y de manera generalizada entre los barcos de vela, tenemos todas aquellas que forman parte de los esqueletos de la estructura principal, tales como quillas, sobrequillas, branques, piezas de tajamar, rodas, codastes, etc., en los que las piezas, por partes, se ligaban unas a otras mediante grandes pernos y cabillas, además de dados embutidos en cajeras, uniendo sus miembros. Esto podemos hacerlo con nuestras maderas de cajas de fruta dibujando en sus plantillas cada diseño antes de cortarlo a medida, con la ventaja de que es un material que no hace sufrir mucho las sierras por su poca resistencia, y admite un limado rápido y eficaz, sin que tengamos que pasar horas acercándonos a los bordes pintados para lograr liberar cada trozo.                                 

        En la fotografía adjunta se puede distinguir, colocado en un gato de trabajo, una plantilla en proceso de rebajado, con cortes verticales para atajar la tarea de desbastado, apreciándose el dibujo de una pieza que forma parte del enramado de la proa de un barco, concretamente un branque, que irá ligado a su contrabranque y a la roda, para formar el frente del navío. La plantilla donde está dibujada forma parte de las piezas marcadas con las letras A y B, aunque la de la foto observada es un poco más ligera de lo que suelen ser a menudo estos materiales. Para una escala que no pase de 1/50, el grosor de esta plantilla, que posee 4 mm., podría asegurar el montaje de todo el conjunto de proa sin ningún problema, garantizando su construcción en poco tiempo.

        Estas plantillas que son un buen material para cualquier sistema de montaje, se pueden aplicar al modelismo de arsenal para crear piezas independientes, pero cuando se aplican para la fabricación de falsas quillas, en el sistema de mamparos, el trabajo se hace rápido, limpio y en muy poco tiempo, abriendo los cajeados para las cuadernas sin mucha dificultad.

        Si la situación o las circunstancias nos lo exigen, podemos fabricar dos plantillas idénticas y unirlas con cola, de modo que el grosor de la pieza creada se duplica, entonces tendremos la misma pieza pero adaptada a una escala mucho menor, para un barco mucho más grande, y esto podemos hacerlo con todas las estructuras principales del barco. Esta técnica facilita que los cajeados sean más eficaces debido a que, el mayor grueso de la pieza, soporta mejor el hueco de dados de unión y cabillas redondas, sin que rompa la pieza. Si no deseamos que se note la unión de dos piezas, podemos cerrar el conjunto con una pieza enteriza por delante, mientras las piezas centrales son dobles y esconden su línea de unión dentro de la estructura.

        Para la creación de quillas y sobrequillas podemos utilizar los consabidos tablones, intentando que sean de la mejor calidad de las que podemos elegir, encolando un par de piezas para crear una pieza cuadrada de la suficiente escuadría, con la ventaja de poder biselar uno de los cantos, por ambas caras, para formar el alefriz donde endentan los genoles, sin tener que utilizar fresado. Esto se puede hacer antes de juntar ambas piezas, con lo que el rebaje ya estará hecho cuando se haga la quilla.
                       
        Igual que para las estructuras principales, podríamos aclarar la utilidad de las maderas de nuestras cajas para yugos y gambotas que luego irán cerradas, de modo que tenemos un material muy práctico para crear todo tipo de estructuras. Entre ellas también podemos contar con ventanales, estructuras de jardines y todas las piezas que forman parte del interior de un navío, en caso de que se desee mostrar esta posibilidad, sobre todo una vez que se ha enmascarado cada pieza.


CUADERNAS.

        Tal como se indicó en las partes anteriores de éste trabajo, estos materiales no son los más recomendables para construir cuadernas, ya que para éstas piezas tan relevantes sería mucho más aconsejable y más realista, por supuesto, que éstas estructuras fueran creadas con maderas más resistentes y más adaptadas a su función específica. Sin embargo, esto no significa que construir cuadernas con estas maderas sea imposible, y dentro del modelismo naval, esta técnica puede suponer una auténtica revolución por el resultado que se obtiene cuando es óptimo. Los tablones que podemos sacar de las cajas de frutas pueden ser destinados a fabricarlas mediante una sencilla técnica de doblado extremo, con agua y calor, para dar forma a un diseño de varenga-cuaderna, cuya ventaja podría residir en la rapidez con que se pueden montar en un momento dado, siempre y cuando se tenga la paciencia necesaria para pasar un rato con una plantilla y una cazuela en el fuego, pero con una buena plantilla se pueden doblar hasta tres tablones al mismo tiempo de una sola vez.                                                                    

        A pesar de todo, la principal dificultad de la técnica para el doblado de tablones, de un espesor que oscila entre los 4 y los 6 mm., no es francamente el doblado en sí, sino más bien la fidelidad de las formas y las líneas que deben seguir estas cuadernas, que han de adaptarse con precisión a los planos. Cuando nos decidimos a seguir los pasos, lo principal es tener los dibujos delante y calcular constantemente que el doblado queda exactamente como marca el área de los diseños del barco, pues una vez que se seca la pieza del todo, si no coincide, habremos de volver a mojar y doblar de nuevo, con cierto riesgo, aunque puede servir de consuelo decir que las piezas gozan de una gran elasticidad, que sin embargo no debe ser excesiva porque no podrían seguir las curvas de nivel que dirigen el reviro del cuadernaje, y su ancho proporcional y relativo en toda su área interna.

La técnica consiste en doblar, con una plantilla de doblado, un tablón que forme la primera rama de uno de los costados, babor o estribor, siguiendo la línea de los planos; es recomendable comenzar por la quilla y doblar hacia arriba, y que el listón sea más largo que corto, no importa, ya cortaremos cuando haga falta. Después, cuando haya secado un poco el primer doblado, y las fibras ya conservan la curva, procedemos a cerrar el ángulo de doblado con otra plantilla de menos radio, dependiendo del área de la cuaderna, para ello quizá es necesario mojar de nuevo y aplicar otra vez un poquito de calor. Una vez doblada la primera rama, se lleva a cabo el doblado de la segunda, cuidando que coincida con la primera en sus formas, por ello es bueno utilizar las mismas plantillas de doblado. Para adaptar las áreas de las cuadernas, se sujetan con cuerdas o listones las aberturas de las ramas haciendo extender un poco más o un poco menos la distancia entre ellas.                                         

        También podemos llevar a cabo el doblado sobre los planos utilizando una base de madera sobre la que se apoya el plano, y se fijan pequeños clavitos alrededor del área del dibujo, por ambos lados, de manera que el tablón quede sujeto con la forma que ha de conservar sin moverse.
       
        Conviene confesar, si no se ha indicado ya, que para abrir la curva de estas maderas, no es necesario tirar para estirar su curva por muy cerradas que hayan quedado, solamente necesitamos sumergirlas en agua caliente y las curvas se abren solitas estirándose como si tuviesen vida propia, es más, hay que vigilar ese estiramiento automático para que no desaparezca la curva, pero esto ocurre cuando se meten en agua bien caliente, en caso contrario, si no se mojan, conservaremos la curva intacta.
                                              
        Una vez que tenemos las dos ramas dobladas iguales, si el punto central de la quilla hubiese quedado algo descentrado, buscamos el punto de doblaje por donde más de adapta a las líneas del plano, y por este punto, continuamos doblando o abriendo para dar forma a las ramas,  hacemos un rebaje a media madera en las cabezas de las dos piezas por donde vamos a unir las dos ramas, en la parte baja, una con otra, mediante ensamblaje, y por éste mismo punto, irán encastradas sobre la quilla. Desde aquí hacia arriba, se trata de adaptar las ramas a las formas de los planos y mantenerlas en su área, como se ha dicho,  mediante cuerdas o listones de separación, o con el sistema de clavitos en una plataforma.

         El proceso no debería tardar más de unos minutos para toda la cuaderna completa, si tenemos éxito con la técnica y somos pacientes, aunque a veces hay que dejar secando las piezas hasta coger otras nuevas. Por otro lado, el hecho de construir todo un varengaje puede llevar varios días, pero contamos con una técnica que cuando es dominada, puede disponer de un esqueleto aceptable entre uno a tres días máximo.                                                 

        Si quisiéramos hacer que estas cuadernas tuvieran el doble de espesor, solo debemos pegar dos cuadernas, una por dentro y otra por fuera, pegadas por sus caras, para que tengan el doble de madera, pero habrá que doblarlas antes y pegarlas después, pues juntas sería del todo imposible.

        Como punto final, debemos fabricar una buzarda que sea colocada sobre el punto medio superior de la unión entre las ramas,  para asegurar la fuerza de los genoles en su parte baja sobre la quilla. Como complemento, se pueden colocar otras buzardas más arriba, que son las ligazones, para reforzar la inferior, y dar más fuerza aún al conjunto. Luego, a marcar puntos de durmientes y demás que implican a las cuadernas.

        La solidez parcial pero eficaz, se logra cuando se colocan cintones por fuera y cosederas por dentro, que garantizan la perfecta unión de cada arbolado de cuaderna con el siguiente, aunque finalmente son los forros interior y exterior lo que termina el cometido de fortalecer el casco, sin perjuicio de colocar tracas temporales que harían el doble trabajo de ir sujetando el conjunto mientras marcan las pautas de forrado. 

       El conjunto que forma un casco mediante esta técnica resulta ligero y realista hasta lo indecible, aunque aparece algo débil hasta que no están ligados todos sus elementos de manera efectiva, pues no debemos olvidar que estamos asistiendo a una estructura formada por tablones que solo adquieren fuerza cuando se sujetan unos con otros para darse solidez.

miércoles, 7 de marzo de 2012

MODELISMO NAVAL: Cajas de fruta, el modelismo naval de los pobres. Parte IV

4.- Aplicaciones en el modelismo naval: el trabajo diario.

         Entre las aplicaciones que se le pueden reconocer a éstos materiales, hay una infinidad, dentro del modelismo naval, que les hace dignos de interés y por los que merece la pena echar un vistazo a éste artículo. También se podría decir, a modo de comentario, que este tipo de materiales no solo son aplicables al modelismo naval, sino que tendrían su aplicación en el aeromodelismo y al modelismo de edificios, o al ferroviario, sobre todo en dioramas, pero no vamos a entrar en detalles puesto que se saldrían del ámbito de éste trabajo, que son los barcos.


        Ciertamente, se podría afirmar que con la madera de las cajas de frutas se puede construir todo tipo de piezas de la misma manera que con otros materiales mucho mejores y de más aplicación en éste arte. La principal diferencia, como ya hemos visto, estaría principalmente en sus características estéticas y mecánicas, pero para un modelista iniciado, estos materiales representan una oportunidad para comenzar con poco presupuesto y ensayar modelos sencillos, para un modelista medio, es un desafío a que prepare sus propios materiales, que le van a asegurar la experiencia hacia el modelismo naval avanzado, dado que les puede sacar casi el mismo partido que a las maderas nobles y tropicales, para un modelista experto esto no tendría que suponer un problema si, en un modelo que está construyendo, aplica técnicas de envejecimiento, de pintado, de enmascaramiento o de cualquiera que consiga adecuar el aspecto de unos materiales sencillos a un objeto que pretende representar un barco, antiguo o moderno, con realismo, sin contar que, una vez montado un modelo de arsenal, en perfecta imitación del navío que pretende representar, no es tan fácil distinguir éstas maderas de las maderas nobles, una vez que forman parte del barco en cuestión.

        Hoy día, se pueden encontrar en el mercado una variedad inagotable de productos para trabajar con la madera, desde una simple pintura normal, hasta mezclas de diferentes productos químicos, pasando por tintes, barnices, colorantes, diluyentes, catalizadores, etc.,  que ofrecen la oportunidad de cambiar totalmente el aspecto de nuestro modelo, de modo que sea casi imposible en algunas ocasiones averiguar que los materiales empleados provienen de unas vulgares cajas de fruta que hemos recogido de la calle, sin perjuicio de la calidad de los buenos materiales que se puedan utilizar, y de los ojos expertos de los modelistas profesionales.

        Antes de desarrollar las aplicaciones en sí, se impone comentar que los materiales que estamos viendo sirven para construir modelos estáticos, de cualquier tamaño y clase, y también modelos navegables con las mismas características, con solo trabajar éstos de manera diferente, prepararlos para ello, o tratarlos mediante técnicas distintas, a pesar de que la principal aplicación de la madera de cajas de fruta es, como ya se ha comentado, la construcción de los cascos, lo que supone que el tema de mástiles, piezas decorativas o elementos de maniobra, aunque entran dentro del alcance de éstas maderas, podrían crearse con otro tipo de materiales diferentes basado prioritariamente en la belleza de tonos y colores, que conceden una estampa especial a las naves de modelismo.

Pero hay ocasiones en que el modelista, novel o avanzado, guarda ciertas dudas ante el resultado que le puede deparar su barco utilizando estos materiales, ¿y si no queda bien después de trabajar tantas horas?..., es una cuestión lógica que alguien se puede plantear en un momento determinado, y estos materiales son una buena opción, sin duda, en cualquier situación; además, las maderas de las cajas de fruta también tienen aplicación para construir gradas en las que armar el esqueleto del barco, con lo cual, ante ciertas reservas frente al modelo, siempre nos queda la opción de utilizar estos materiales en aquellos montajes provisionales que nos aporten solamente ayuda, sin formar parte del modelo en sí.

La mejor manera de probar la eficacia de la madera que estamos tratando sería construir modelos sencillos hasta estar seguros de que es lo que deseamos, o al menos, lo que nos puede llegar a convencer, conociendo sus secretos para poder aplicarlos mejor a éste tipo de materiales en concreto, o construir réplicas ya construidas con otros materiales comerciales de modelismo naval y observar las diferencias que presentan ambos modelos.

Cuando se pretenden construir muchos modelos iguales de un barco, también estos materiales suponen una opción curiosa, teniendo en cuenta que se pueden tener al alcance una gran cantidad de piezas de muchos tamaños, sin necesidad de buscarlas en los comercios, y podemos montar varios cascos al mismo tiempo con el consiguiente ahorro en listonado y en materiales. La fuente de donde proceden estas maderas es casi inagotable, y en el sentido comercial privado, desde un punto de vista, cuando pretendemos vender los modelos, el beneficio será más alto, al ser capaces de crear más barcos con menos inversión, y tener la libertad de venderlos con una calidad, que, cuando se trata de modelismo medio, siempre será de mucho más realismo que los kits comerciales, además del mérito personal que poseen los modelos montados mediante este sistema, que nos hacen sentirnos orgullosos de haber realizado un trabajo muy semejante al que llevaban a cabo los armadores hace siglos.


FORROS FINOS Y FORROS GRUESOS.

Si tenemos en cuenta, a modo de ejemplo, una nave de tamaño pequeño, en éste caso un queche de recreo, de dos palos, de alrededor de 1930, cuyo casco esté construido con tablazón de 200 mm. de ancho y un grueso a la línea de 50 mm., y considerando una escala de 1/80, construido por el sistema de mamparos vaciados, es decir, plantillas de cuadernas en forma de U, sin macizar, estaríamos observando un modelo de 30 cm. de eslora, que a tamaño real tiene 24 metros entre perpendiculares. Uno de los ensayos para éste modelo ha sido llevado a cabo, de manera experimental, con estos materiales, utilizando como tablas las piezas que hemos bautizado como forros finos dentro de éste trabajo y técnica, y que son las marcadas en las fotografías de las partes I y II, anteriores de éste trabajo, con la letra C, y que tienen 1 mm. aprox. de grosor de canto y 5 mm. de ancho. Aunque en principio parezcan piezas débiles, el resultado es admirable, su casco queda sólido como si estuviera hecho de materiales mucho mejores, y su consistencia es resistente como un modelo cuyo casco tuviera mayor grosor.

El secreto de lo que se acaba de mostrar reside en el principio físico de que un vaso cerrado, al poseer materiales débiles que son reducidos en tamaño y ligados estratégicamente entre sí, adquiere una mayor resistencia y elasticidad aportadas por cada pieza de manera autónoma, sumando toda la solidez al casco terminado, que basa  la fuerza de su estructura en la perfecta unión de sus piezas.
El corte de estas piezas no tiene ningún misterio, y se obtienen a montones con un par de plantillas simples, pero hay que confesar que éste tipo de tablazón, en el caso experimental que se ha presentado, estaría un poco fuera de lugar cuando se tiene en cuenta a los navíos de cualquier clase y categoría, pues las piezas que a la misma escala sirven para este pequeño queche, no servirían en absoluto para una fragata holandesa a la misma escala, y muchísimo menos para un navío de línea francés del siglo XVIII, que exigen una tablazón más gruesa y fuerte, debiendo para ello remitirnos a la tablazón marcada en las fotos de las partes anteriores, con las letras A y B.

En éste último caso, si consideramos una fragata de unos 30 metros a escala 1/50, que nos daría una eslora entre perpendiculares de 60 cm., podría estar construido, en la realidad,  con una tablazón que rondaría los 250 mm. de ancho con un grosor de canto de unos 80 a 100 mm. en las más grandes, lo cual nos da una tabla de modelismo de

250 : 50 = 5 mm ;      100 : 50 = 2 mm.

Los materiales para este caso consistirían en piezas de tablazón que se han bautizado como forros gruesos, y que se obtienen de los laterales de las cajas de fruta, ya conocidos, y observados en las fotos de las publicaciones anteriores con las letras A y B, a menos que se desee utilizar los forros finos y solapar dos o más piezas de 1 mm. entre ellas, aumentando su grosor. Dependiendo del modelo construido, esto último representa más trabajo pero no implica menos robustez en el casco, siempre que se construyeran con, al menos, dos o más forros complementarios, unos sobre otros, para llegar a obtener el grosor de los forros gruesos, con los forros finos.

 
CUBIERTAS.

En las cubiertas se suelen utilizar los mismos materiales tratados en el párrafo anterior, salvo que, en virtud de su propia escala, haya que rebajarlos, lo cual no encierra ningún misterio para un modelista naval, acostumbrado a preparar piezas, limar, lijar, rebajar, cortar, etc., solo que en ésta ocasión, puede afirmar que está fabricando sus propios materiales, y la ventaja de éstos es que se pueden adaptar a varios tipos de modelos diferentes, casi con las mismas medidas. En el caso de las cubiertas, los pequeños listones obtenidos, que poseen una medida de 5 mm. x 2 mm. de grosor, de los que estamos hablando, servirían igualmente para la tablazón del casco de un modelo sencillo de tamaño medio, y asimismo, para fabricar las cuadernas de un bote o esquife de un gran navío, una vez que han sido dobladas adecuadamente sobre un molde, para formar un esqueleto.

Para un modelo navegable que alcance una eslora de hasta 1200 mm. o más, las piezas para tablazones llamadas forros gruesos pueden poseer hasta 4 mm. de grosor, y son las más aconsejables para garantizar un casco fuerte y sólido que aguante los movimientos en el agua, soportando bien las presiones a las que estará sometida su carena, pero hay piezas de esta clase que tienen incluso 5 mm. de grosor, las cuales dan la oportunidad de aumentar el tamaño del barco, disminuyendo su escala, y seguir gozando de un material a precio muy barato, que asegura la construcción del modelo, sin la preocupación de que, al cometer errores en una obra de más volumen, corramos el riesgo de estropear un material que supone una inversión determinada.
Todas las maderas de forros que estamos viendo poseen la virtud de facilitar uniones con cualquier clase de pegamento o cola, con la máxima garantía de resultado, y al ser más ligeras, se sostienen casi por sí mismas en pocos minutos sin necesidad en algunos casos de elementos de sujeción o apriete. En el caso de los navegables, son fácilmente adaptables a todo tipo de coberturas de aislamiento, como la fibra de vidrio, los cementos de carrocero, pinturas antifouling, barnices marinos, e incluso a las resinas o breas propias de los calafateos, los cuales absorben rápidamente, introduciendo el producto en sus fibras y endureciendo el material de que están hechas.

Las cabezas de estos tablones ofrecen la posibilidad de ser rebajados a media madera o a cola de milano, para reforzar su unión con otro tablón, de modo que a veces las tracas continuadas con éste tipo de machihembrado resultan de una fuerza increíble en el casco, y es difícil que se rompan las hiladas por estas uniones sin hacer suficiente fuerza sobre ella, dado que su grosor y la aceptable calidad de la madera aseguran bastante resistencia en conjunto, esto resultaría mucho más útil para el modelismo dinámico o navegable. El hecho de crear tracas cortas para ser unidas con ésta, o con cualquier otra unión diferente, no tendría más fin que imitar las medidas auténticas que poseían los tablones de un navío de aquella época, y para una media de unos 10 metros, en un modelo a escala 1/50, se aplicarían piezas de

10.000 : 50 = 200 mm. de longitud.

A veces presentan nudos duros de color marrón oscuro, fruto de alguna parte del árbol que se hallaba en el cruce de ramas. Estas partes deben ser desechadas inmediatamente porque no sirven para su uso y pretender utilizarlas es apostar por el fallo de la pieza a corto plazo. Sin embargo, gran parte de las plantillas que poseen nudos, se pueden aprovechar sin problema en el resto de la pieza, pues las zonas nudosas no suelen afectar más que al área donde éstos existen, sin perjudicar el resto de la madera; hay una clase de las maderas que presentan nudos que es de las más duras y resistentes que encontramos entre este tipo de materiales, y que son susceptibles de ser transformados en piezas importantes, o piezas que requieran resistencia y calidad, tales como motonería, tallas muy diminutas, columnas de cabilleros, puntales, baos y semibaos, rellenos de batideros, piezas de cofas y crucetas, barraganetes,  regalas y tapas de regala y un largo etcétera,  por ello no deben ser miradas como material de desperdicio, limitándonos a sacar partido de las partes que no estén inutilizadas.