martes, 3 de julio de 2012

Grandes navíos.- El Victory.

I.-VICTORY


       El Victory es, seguramente, el barco inglés más famoso que haya navegado. Era un navío de línea de 1ª clase, de tres mástiles, barco insignia de Lord Horacio Nelson, en Trafalgar, y en su época supuso una auténtica máquina de guerra en el mar, que representaba la mejor tecnología de arquitectura de su tiempo.

         Hoy día, se conserva intacto en el dique seco de Portsmouth, donde se le puede visitar, convertido en museo; fue el 5º y último barco inglés que llevó ese nombre y que, según la tradición, jamás hubiera debido ostentar, dado que el homónimo anterior se hundió en octubre de 1744, con la pérdida de su tripulación de 900 miembros. A pesar de que el nombre lo borró el Almirantazgo, en 1760 fue reintegrado por el primer ministro William Pitt.


Fue construido en el astillero del arsenal de Chatham Dockyard, y lo diseñó el arquitecto Tomas Slade, cuyo presupuesto final se fijó en 63.176 libras, su quilla se colocó el año 1759, en plena guerra con Francia, fue echado al agua en conserva el domingo 7 de marzo de 1765, para ponerse de inmediato en “desarme”, pues estuvo 13 años en reserva. Esto solo significaba que iba a cubrirse su cubierta con tablas, dejar a bordo una reducida tripulación y desembarcar para guardar en tierra los palos, jarcia de maniobra, las velas y los cañones: todos los elementos que, en el caso del Victory, no fueron colocados hasta 1769 año en que realizó sus pruebas de navegación. Después se desembarcaron de nuevo. Se entregó a la marina el 12 de marzo de 1778, momento en que fue armado definitivamente, haciéndose a la mar el 8 de mayo, para ser el buque insignia del almirante Augustus Keppel, comandante de la flota del Canal de la Mancha.

         El Victory desplazaba 2.176 Tn, medía 56.70 metros de eslora y 15.90 metros de manga, en su cubierta principal de baterías; solo ha habido 34 barcos parecidos al Victory, en la historia naval inglesa, cuatro de ellos contemporáneos del Victory. Tan limitada cantidad hallaba justificación en la dificultad de colocar el maderamen y encontrar espacio para construir embarcaciones de este tipo, pues no bastaban las gradas normales, por lo que debían hacer uso de los diques de carenado.


         En su construcción, esta nave necesitó 10.000 m3 de madera, sacados, en parte, de los más de 2.000 árboles de roble que necesitó su construcción, casi toda de encina, que se comenzó a recoger en 1746 y el sistema de envejecerla antes determinó su larga vida; su quilla fue colocada el 23 de julio de 1759, era de olmo, y tenía una escuadría de 53 centímetros de lado en el centro, disminuyendo en los extremos hacia proa y popa; la quilla la formaban al menos 8 piezas diferentes para lograr el largo de ésta en su longitud requerida, y sus uniones, superpuestas en diagonal, tenían 1,52 metros. Después de colocar la quilla se montaban la falsa quilla y la zapata de base –que se coloca debajo de la quilla—y luego la roda y el codaste. Seguidamente podían montarse la grandes cuadernas de encina, que tenían una escuadría de 500 mm. igual que sus grandes bulárcamas, además de utilizar escuadras de hierro para incrementar el refuerzo de las curvas de los baos,  para luego colocar los forros interior y exterior, así como los baos y las cubiertas. Sus costados fácilmente podían llegar a tener hasta 70 cm. de grosor entre forros.

         Una vez completado el casco y montada la cubierta, empezaba el trabajo de armamento del barco. Se fabricaban todos los materiales bajo pedido; todo, salvo sus cañones, que se fabricaban bajo diseños estándar.

         La forma de su casco tenía su máxima anchura en la línea de flotación, de manera que le proporcionaba una estabilidad magnífica en el mar, sirviendo además, para repartir mejor el peso de la artillería en sus cubiertas, que quedaba más bajo de este modo;  por ejemplo, para arriar los botes, debían salvar los costados, por lo que se utilizaba a bordo unos pescantes grandes, a la manera de las plumas de las puertas de los castillos en tierra, para bajar éstos hasta el agua.


         Sus más de 100 cañones estaban estandarizados en esta época, aunque en su carrera, el Victory cambió varias veces de armamento. Este barco, de manera similar a los de su época, utilizaba troneras que tenían alrededor de 3 pies de ancho (90 cm.), para dar salida a las piezas de fuego; su estructura estaba formada por ocho cubiertas, donde se distribuía todo su interior y se repartía su armamento de la siguiente manera:

            En la toldilla, la cubierta más alta del barco, montaba 10 cañones de 6 libras y utilizada principalmente por los oficiales, se izaban las banderas de señales para comunicarse con los barcos próximos, como la que Nelson transmitió antes de la batalla de 1805 a sus hombres y que decía: “England Expects That Every Man Hill Do His Duty”, “Inglaterra confía en que cada cual cumpla con su deber”.


El Alcázar, a popa, se reservaba también normalmente a los oficiales. El comandante dormía a popa de ésta cubierta. El Alcázar estaba armado con 12 cañones de 12 libras (5,5 kg.), y que podían llegar a pesar más de 1 tonelada, utilizaban balas que serían del tamaño de una naranja.

El Castillo de proa, estaba sobre la principal y se comunicaba con el Alcázar mediante pasillos llamados pasamanos. Desde aquí se maniobraban gran cantidad de los cabos de labor del navío. Aquí se montaban 4 cañones, 2 de los cuales eran carronadas, grandes piezas cortas de grueso calibre muy efectivas a corta distancia que tenían 68 libras (31 kg. de peso), las cuales provocaban tremendos impactos sobre el enemigo.

La cubierta de la batería alta, a diferencia de las demás, está abierta en el centro, como era normal en éste tipo de navíos, por el llamado ojo del combés, sobre el cual se estibaban 3 de las embarcaciones menores del barco sobre calzos fijos a los baos que lo cruzaban. Está armada con 15 cañones de 24 libras en cada banda, cuyo peso podía acercarse a los 2.500 kg. A popa de ésta cubierta se encuentra la cámara del almirante.


La cubierta de la segunda batería, contiene los cañones de 32 libras,  que disparaban proyectiles de 11 kg. de peso, y eran del tamaño de un pomelo grande. Había 14 cañones en cada banda de esta batería, que además servía para el alojamiento de gran parte de la dotación. La cocina también se hallaba en éste espacio. En su parte de popa estaban los camarotes y la cámara de oficiales, que era el salón-comedor.

La cubierta de la batería baja, era la más baja que montaba artillería. En cada banda presentaba 15 cañones de 42 libras, cuyo peso rondaba los 3.500 kg.,  que disparaban balas de 14 kg. de peso, y que tendrían el tamaño de cocos. Cuando el barco no combatía, muchos de los marinos colgaban sus coys (hamacas) entre los baos de ésta batería.

El sollado se utilizaba para el almacenamiento y en él se encontraban también algunos talleres y oficinas del personal que debía tener acceso a la bodega, como el contador o el carpintero. Aquí se encontraba la enfermería de combate, que se pintaba de rojo para hacer pasar desapercibido el color de la sangre durante las operaciones quirúrgicas, y que no tuviera impacto sobre los hombres. Algunos de los corredores que había aquí, como el del carpintero, eran muy bajos, y podían tener incluso una altura de 1,2 metros, de manera que era dificultoso andar por ellos.

         En éste punto se distribuían los distintos departamentos de la nave a través de callejones de combate, estrechos, con sus mamparos, para dar acceso a cada lugar.

La bodega se encontraba en el punto más bajo del barco y era como un gran almacén. Aquí se estibaban todas las provisiones para el viaje, víveres, municiones, velas y cabos de respeto, así como los materiales para la reparación de averías. En ésta se almacenaban alimentos para varios meses, que en el caso de éste navío comprendían 300 Tn. de agua, 50 de combustible, 30 de carne salada, 45 de galleta, 15 de guisantes secos, 2 de mantequilla y 50 de cerveza, a parte de varias docenas de barriles de grog, que a veces era fabricado directamente a bordo.

         También se almacenaban frutas y hortalizas que servían para combatir el escorbuto, que ya era mucho menos frecuente en el año 1800, y que adquirían en los puertos de paso, como col fermentada (chucrut) o limones y limas, nabos, repollos, zanahorias y cebollas.

         Los barriles más pesados, eran los que se colocaban más bajos, en lo más profundo de la bodega, y se evitaba que rodasen debido a que iban estibados sobre guijarros que completaban el lastre formado por lingotes de hierro, aunque también eran necesarias cuñas o abarrotes para mantenerlos seguros.

         Entre el material bélico el Victory llevaba 35 Tn. de pólvora y 120 Tn. de proyectiles de hierro, metralla en forma de bolas de hierro pequeñas que a veces iban encerradas en pequeños sacos para formar granadas,  y cadenas.

         Su tripulación era de 850 hombres, pero en Trafalgar solo la compusieron 819, entre ellos 57 oficiales; el lujo del alojamiento de los últimos, comparado con los marineros era abrumador, los destinados a los jóvenes guardiamarinas eran espacios muy reducidos y sin ninguna intimidad, en una época elitista y de clara apreciación de clases, pues cada marinero dormía entre los cañones y tenía derecho a 35 cm. de espacio, durmiendo en coys. Comían en tablas suspendidas entre los cañones, que servían de mesas, llamados ranchos, donde se comía en grupos de 8 a 12 marineros por cada mesa, y los cañones mismos les servían de bancos, y para limpiarse utilizaban unos pompones cosidos a los cabos de la mesa, que hacían las veces de servilleta.

         Los retretes utilizados eran los llamados beques, que eran simples agujeros redondos al aire libre practicados en asientos, y para una dotación de 800 hombres, había a proa 6 beques. A pesar de ello, los suboficiales subalternos tenían un cubículo redondo, protegido, también llamado jardín de proa, donde se gozaba de algo más de intimidad. Para los oficiales se utilizaban los jardines de popa, que estaban bien protegidos y aislados en las aletas de popa.

         En Inglaterra el jabón no estuvo al alcance de los marineros hasta 1825, de manera que a bordo del Victory era casi imposible lavar la ropa adecuadamente, y para conservarla limpia, éstos la mojaban con orina y luego la aclaraban con agua de mar.

         Entre la tripulación del Victory había una tropa de guerra que estaba compuesta por 131 plazas de soldados de Infantería de Marina, con un capitán de Infantería de Marina, un Teniente, 4 sargentos, 4 cabos y dos tambores.
          
Por otro lado había a bordo 569 marineros distribuídos en 2 guardias, que normalmente, a turnos, se dividían en guardia de babor y guardia de estribor; entre los 15 Oficiales de mar, había despenseros, ayudantes del maestro velero, que confeccionaban y remendaban las velas.

         Entre la categoría de Cabos, lo formaban los jefes de reposteros, amanuense, 4 pañoleros de velas que cuidaban de su almacenamiento, trompeta, 6 cabos segundos timoneles, 6 cabos primeros timoneles-señaleros, responsables del gobierno del timón, señales y vigilancia exterior, 6 guardabanderas, 4 contramaestres segundos, 4 condestables segundos, 2 calafates, 24 guardiamarinas, alumnos del Cuerpo de oficiales, 25 artilleros que tenían 4 cañones a su cargo cada uno, segundo maestro velero, 2 armeros y el patrón de embarcaciones menores, encargado del gobierno y cuidado de éstas.

         Entre los Oficiales de Mar Subalternos estaban el Capellán, el cocinero, 3 enfermeros, armero que reparaba y mantenía no sólo las armas sino todos los efectos metálicos, el Maestre de armas, que ejercitaba a la dotación en el manejo de éstas, tanto ligeras, como blancas y de fuego, y el velero, que reparaba las velas.


         Los Oficiales Mayores eran el piloto, que llevaba la navegación del barco y su gobierno en aguas costeras o fluviales, el contramaestre de cargo, responsable del almacenamiento y conservación de aparejos y velas, el condestable de cargo, responsable de toda la artillería, el carpintero, el cirujano y el contador, encargado de la administración y subsistencias.


         Los Tenientes de Navío (patentados), colaboraban con el Comandante en la ejecución de sus órdenes y dirigían el fuego en el combate.

El Segundo Comandante era el directo colaborador del comandante, mandaba el navío en su ausencia y le sustituía si moría en combate.

         El Capitán de Navío, era el comandante del barco, responsable de su navegación, de la disciplina y la dirección del combate.

         El Almirante, mandaba toda la escuadra y elaboraba los planes de batalla, siendo representante máximo de los asuntos tanto políticos como militares del gobierno de su país en guerra, era nombrado por méritos en Inglaterra y normalmente, su puesto a bordo estaba revestido de grandes consecuencias para la nación.

         La carrera del Victory, cuya primera misión se desarrolla en la Guerra de Independencia de Estados Unidos,  nos muestra cómo en mayo de 1778, el Victory está a las órdenes de Keppel contra los franceses en la batalla de Ouessant, para pasar a ser cuatro años más tarde barco insignia de Lord Howe, cuñando acudió en ayuda del asedio de Gibraltar en 1782.

         En 1792 forma parte de la flota del Mediterráneo, y durante la Revolución francesa fue buque insignia de varios almirantes, como Lord Hood, con quien tomó parte en la ocupación de Tolón, en agosto de 1793.

         Con el almirante William Hotham combatió a los franceses en las islas Hyères el 13 de julio de 1795, y con sir Jhon Jervis en la batalla del cabo San Vicente, el 14 de febrero de 1797.

         Durante el periodo situado entre 1798 a 1800, el Victory es empleado como barco hospital, sufriendo hacia 1800 una reforma que duró aproximadamente unos 3 años.

         Llevó a cabo acciones en 1803, consistentes en el bloqueo del Mediterráneo, Indias Occidentales, Egipto y Francia,  y después, volvió a ser buque insignia, esta vez al mando de Nelson. Cuando los franceses huyeron de Tolón, Nelson les persiguió para enfrentarse a la flota combinada franco-española en Trafalgar, en 1805.

         A pesar de sufrir graves daños en la batalla de Trafalgar, donde se contabilizaron 57 miembros de la tripulación muertos y 103 heridos,  el Victory pudo ser remolcado a Gibraltar y reparado con trabajos temporales para ser posteriormente trasladado a Portsmouth, comenzando su reconstrucción en 1806, en el mismo muelle donde había sido construído,  para poder participar entre 1808 y 1812,  como buque insignia del almirante James Aumares, comandante en jefe de la flota del Báltico,  en la retirada de La Coruña, además de estar en el bloqueo de la base rusa de Kronstadt.

         En las batallas que mantuvo hubo premios por los botines cobrados, que eran concedidos por el gobierno sobre los barcos capturados, la cuarta parte se dividía entre los marineros; en un navío como el Victory correspondía a cada marinero menos de 12 milésimas del premio, aunque a pesar de todo, esto podía representar el sueldo de varios años. El almirante Nelson se benefició de un octavo y el comandante un cuarto, pero éste último solo recibía recompensa por las capturas de su navío, mientras que el almirante participaba en todas las de la escuadra, lo que hacía que se llegase a convertir en un hombre muy rico.

Algunos de los barcos ingleses más conocidos en la historia que compartieron aguas y época con el Victory, además de luchar junto a él en Trafalgar fueron El Temerayre, El Neptuno, El Leviatán, El Britannia, El Conqueror, El Agamemnon, El Ayax, El Orion, El Minotaur, El Spartiate, El Royal, El Sovereig, El Belleisle, El Mars, El Tonant, El Bellerophon, El Achilles, El Revenge o el Defiance, entre otros.

Entre los navíos más famosos del mundo y de la historia del mar, el Victory representa el poderío de una nación que gobernó los océanos, y es el icono del avance y de los conocimientos técnicos de su tiempo en cuanto a diseño naval se refiere, formando un conjunto de logros que sentaron las bases del combate, en la última gran batalla naval que se celebraría entre navíos impulsados exclusivamente a vela, y que marcaría los límites y las bases para el desarrollo de los barcos de guerra en el mundo a partir de su época.

Ciertamente, se podrían escribir montones de artículos sobre el Victory y su hoja de servicios, docenas de monográficos sobre su construcción y tecnología, y muchas novelas que hablasen de la vida a bordo de éste navío, al estilo de las obras de Patrick O’Brian, que alimentarían la imaginación y la cultura sobre una parte de la historia.

El fin de su vida activa llega al terminar las guerras napoleónicas, siendo retirado del servicio en 1812, y se le nombra buque insignia en 1824 cuando fue atracado en Portsmouth, pero es en 1922 cuando se le coloca finalmente en un dique seco, para ser conservado y admirado por los visitantes que llegan hoy de todas las partes del mundo.








jueves, 21 de junio de 2012

TONADA TRADICIONAL



"Si quieres andar seguro
por calles y callejones,
átate un farol al culo
y un cencerro en los cojones."

Cancioncilla popular abulense.

lunes, 18 de junio de 2012

Soy yo, soy así...



"Detrás de las ideas de cada hombre, siempre existe una causa. Se puede destruir al hombre pero jamás se destruirá su causa..."


                                                                                        Fernando García de Frutos 

viernes, 1 de junio de 2012

MODELISMO NAVAL: Cajas de fruta, el modelismo naval de los pobres. Parte VII

MOTONES Y PIEZAS DE MANIOBRA.

        No vamos a entrar en muchos detalles sobre éstas piezas, ya que su exigencia y dificultad para construirlos puede decidir, en cierto modo, la inclinación del modelista a utilizar los materiales que estamos estudiando o dejarlos de lado. La experimentación es el mejor consejero para la experiencia.

        Como otras muchas piezas y creaciones, con nuestras cajas de fruta podemos también fabricar motones, poleas, guiacabos, guardacabos, vigotas, cuadernales, pastecas, etc, para vestir nuestro navío, y la calidad depende más de la clase de estas maderas que vamos a emplear, que deberán ser de las mejores que tengamos a mano, es decir, como ya hemos venido insistiendo, esa clase de listones color marroncillo algo oscuro, distintas de las más blancas que son las más blandas, y en éste caso, éstas últimas ofrecen demasiada debilidad para piezas que requieren mucha precisión y afinamiento en el trabajo, por lo que la calidad es fundamental.

        Las piezas de aparejo creadas con éstas maderas suelen ser demasiado claras, diluyendo la realidad de su existencia, pues el clima, el uso y el manejo las hacía mostrarse más bien oscuras en poco tiempo, con lo cual hemos de darles siempre tinte ligero, tampoco muy negro.

        Su construcción se debe llevar a cabo sacándolas de un listón previamente preparado, para lo cual debemos calcular la escuadría en la que se incluye el tamaño de la pieza, y se pueden hacer en serie con solo dividir con marcas sus longitudes a lo largo del listón. Ese listón nos ayudará a preparar la escala de la pieza antes de cortarla y terminar su redondeo y ovalado. No olvidar realizar antes del cortado los agujeros para los ojos, pues una vez cortados ofrece más dificultad, a menos que nuestro talento nos permita lo contrario.

        Con un solo listón se puede obtener una enorme cantidad de piezas en serie en poco tiempo, y si la calidad de la madera es buena, la pieza goza de una belleza extraordinaria, una vez que se la ha arreglado definitivamente.

        Aquí se pueden observar algunas de las piezas en uno de los pasos de su construcción, antes de ser pulidas y pintadas, después les podemos colocar sus herrajes y sus argollas si las llevan. Los más pequeños, especialmente para modelos de escala inferior a 1/60, pueden utilizar para su sujeción un hilo fabricado en Francia, y conocido como hilo de colmena, de color dorado, fuerte, que podemos encontrar formando una redecilla que protege las botellas de vino y champaña de gran calidad que existen en el mercado.

                                                                    
ESQUELETOS DE BOTES Y ESQUIFES.

        Del mismo modo que podemos armar cuadernas para un navío, con nuestras maderas de cajas de fruta podemos construir el esqueleto de un pequeño bote o lancha utilizando pequeños listones cortados y doblados de la manera que ya hemos aprendido, estableciendo la escala de sus piezas según los planos o la información del barco en cuestión.

        Podemos construir quillas, sobrequillas y cuadernas principalmente, que luego forramos también con tablas rebajadas, o forros finos, obteniendo las embarcaciones menores que llevan nuestros modelos para el acercamiento a tierra.


El doblado se ha de hacer con cuidado, ya que las finas estructuras que estas piezas deben poseer les hace más débiles que los tablones más gruesos, pudiendo quebrar si las prisas nos invaden, aunque se pueden doblar primero con tablones más gruesos, y luego rebajarlos convenientemente para obtener piezas más finas, evitando el riesgo de rotura.

5.- Conclusiones finales.

         Hasta aquí llega nuestro estudio sobre las maderas de cajas de fruta que hemos llevado a cabo a lo largo de éste trabajo.

        Hemos conocido los materiales, su origen, sus aplicaciones, fabricando piezas y partes de cada barco, teniendo en cuenta sus ventajas e inconvenientes, abriendo una puerta a una técnica diferente que acoge una enorme y dilatada capacidad de creación, para aquellos que opten por hacer todo el trabajo con sus propias manos, el cual está a su entero alcance sin ningún problema, simplemente siguiendo las páginas de esta obra.
        Hemos asistido, en más o en menos, a una serie de ideas que podemos aplicar a estos curiosos materiales para la creación de nuestros barcos, con mayor o menor calidad, aunque es el talento del modelista el que, en última instancia, saca el mejor partido a estas maderas de la misma forma que lo haría con otras maderas mejores, con metal, plástico, pinturas o herramientas.

        Las aplicaciones que se han propuesto aquí son solo una pequeña guía de lo que principalmente se puede esperar de estas maderas, sin embargo, probablemente muchos modelistas puedan descubrir otras aplicaciones o tareas no propuestas o no descritas en éstas páginas con los mismos materiales, dado que la imaginación y la habilidad son las mejores herramientas que el modelista va a utilizar en su taller.

         A lo largo de nuestra pequeña carrera como armadores, vamos a aprender a aplicar muchos trucos y técnicas que nos serán muy útiles, y que no tienen por qué coincidir estrechamente con los trabajos que hacían hace siglos los carpinteros de ribera, para llegar al mismo resultado. Nosotros vamos a imitar de alguna manera esos mismos trabajos para intentar obtener modelos que se asemejen a las naves que surcaron los mares en la realidad, y el autor de este trabajo no ha olvidado en ningún momento, gracias a ese pequeño esfuerzo, que siempre hay una manera de reflejar esa realidad en los barcos si encontramos el secreto a aplicar.

        En el afán por ampliar las técnicas, las oportunidades y el mundo del modelismo naval, este trabajo ha intentado destacar ese protagonismo que las cajas de fruta, que cada día se abandonan en mil rincones a nuestro alrededor, nos pueden proporcionar, realizando al mismo tiempo un reciclaje de materiales que reduzcan la inversión en nuestro modelo y aumenten las opciones de creación, mientras trabajamos imitando un arte ya perdido que renace en nuestras manos gracias a la labor y la inquietud de todos los modelistas navales que, despreciando la comodidad, aceptan el desafío de desarrollar laboriosas aficiones que atraen profundamente a profesionales y profanos, a iniciados y expertos, y la satisfacción de pensar que alguien, en algún lugar, ha logrado hacer realidad sus sueños gracias a este pequeño grano en el gran desierto de la ciencia, es la compensación por horas de proyectos, ensayos, ideas y pensamientos perdidos en el mundo de la Historia, la tradición y la artesanía.

viernes, 11 de mayo de 2012

"ALCAZABA" DE ADALID

El pasado día 26 de mayo de 2012, tuvimos el placer de recibir la visita de un gran autor de novela histórica, Jesús Sanchez Adaliz, autor de al menos una docena de novelas de tema histórico que ha sido galardonado ya con el duodécimo primer premio "Fernando Lara" de novela.

Licenciado en derecho por la Universidad de Extremadura, fue doctorado por la Universidad Complutense de Madrid, ejerciendo como juez antes de licenciarse en derecho canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca.

Su presencia culminaba en Ávila de los Caballeros los actos llevados a cabo con motivo de la Feria del Libro en nuestra ciudad, razón por la que hemos podido contar con el evento que ha protagonizado, presidido por el alcalde de ésta villa, y presentado por la Tte. de alcalde.

En su paso por nuestra capital, nos deleitó con la presentación de su última obra "Alcazaba", ofreciendo una conferencia sobre historia que no dejó indiferente a nadie, pues sus conocimientos y el rigor histórico con el que habla y escribe, animan a leer e investigar los contenidos de sus novelas, de gran valor y precisión.

Entre sus obras figuras títulos como El cautivo, El Mozárabe, El caballero de Alcántara, El Galeón, entre muchas otras.

Desde este blog doy las gracias a Adalid por haber estado en Ávila, y por el trato amable y abierto que ha compartido con nosotros, tierra de santos y de escritores, que tuvo la suerte de poder acoger en su espacio a tan insigne y sublime autor.


sábado, 5 de mayo de 2012

MODELISMO NAVAL: Cajas de fruta, el modelismo naval de los pobres. Parte VI

BUZARDAS.

        Otras piezas importantes que podemos fabricar con nuestras cajas de frutas son las buzardas,  para ligar piezas de estructuras y apóstoles en proa, o el interior de las cámaras y los coronamientos y las aletas por popa, también se pueden construir conjuntos de encastre de mástiles en las bodegas, o refuerzos y curvas en los genoles.

        El principio es el mismo que estamos siguiendo para la mayoría de las piezas, se dibujan en las plantillas, se cortan, se pulen, se arreglan y se cajean como el resto de las que hemos visto. En la fotografías que acompañan podemos observar un par de buzardas para reforzar el conjunto de encastre de un palo trinquete, con sus formas adaptadas a la línea curva de las cuadernas donde van encajadas, y la cajera que las permite embutir en la sobrequilla. Tienen 3.5 mm. de espesor y unos 30 mm. de largo aprox., que a escala 1/50 da como resultado una pieza de 17.5 centímetros de espesor y 1.5 metros de largo para una fragata de mediados del  S. XVII.


DURMIENTES.

        Sobre los durmientes no hay mucho que decir, dado que estamos hablando de unas piezas formadas por un tablón grueso que corre de proa a popa, pegado o clavado a sus cuadernas, con sus cajeados, bien a cola de milano, bien rectos, para recibir los baos.

        Puesto que habremos marcado las líneas de durmientes sobre las cuadernas, solo debemos asegurar la pieza en su sitio, y comprobar que el diseño de cubierta coincide con los planos, respetando la manga en cada punto, antes de abrir cajeados para los baos.

        Los materiales de las cajas de fruta ofrecen una clase de maderas muy buenas, de color amarillo oscuro, más apagado, que tienen buena calidad para ser utilizadas en éstas piezas, y aguantan firmemente toda la estructura de las cubiertas por muy complejas que sean.  Los cajeados se pueden biselar en todos los ángulos para adaptarse al estrechamiento de los extremos de proa y popa, o a las cubiertas con arrufo, con un resultado excepcional de limpieza y realismo.

        Teniendo en cuenta que a escala 1/50, en esta fragata, el durmiente tiene 8 mm. de tabla, la pieza auténtica debió poseer un ancho de unos 400 mm. en el barco, y un espesor de 3.5 mm, que equivale a 17.75 cm. de canto. Como la entalladura del tablón para recibir el bao tenía aproximadamente 1/3 del ancho del bao, estamos hablando de un cajeado de unos 2.5 mm a 3 mm en los que descansa la cabeza del bao.


BAOS.

        Los baos que fabricamos con estos materiales dependen básicamente de la medida o escala de las piezas, pero también basan un poco su escuadría en la clase de barco montado, ya que un sencillo bao destinado a una galera romana, no es igual que el bao cortado de una fragata de guerra de mediados del S. XVII, o que las grandes vigas que estructuraban los navíos de la época de Trafalgar.

        Aunque podemos utilizar piezas enterizas de cualquier otra madera, o unir varias piezas para formar una madre, con las maderas de las cajas se pueden prefabricar los listones que luego darán la pieza de la que sacar los baos, con tan solo unir varios tablones de menor escuadría, pegarlos y crear una pieza cuadrada de suficiente longitud, ancho y grueso. Si optamos por esto último, podemos incluso prever las cajeras que llevará la pieza antes de pegar los distintos tablones, ahorrándonos el paso de rebajar y cajear, una vez que se hayan marcado los puntos donde irán reservados los espacios para esta función. Estas piezas son perfectas para recibir latas, entremiches y semibaos que forman esqueletos de cubiertas, pues su naturaleza permite trabajarlas muy bien con herramientas muy sencillas, sin necesidad de sufrir demasiada dureza ni resistencia, y con unas pocas plantillas se pueden construir una enorme infinidad de piezas distintas de cualquier medida.

        En los baos de los castillos, es fácil reducir la escala de las piezas para fabricarlos de menores dimensiones, con las mismas piezas con las que hemos fabricado los baos principales, y las entalladuras se hacen con la misma eficacia que en el caso anterior, con solo afinar un poco y cuidar algo los rebajes.

                                                                      
BATIPORTES.

        Siguiendo con el armado de la nave, nos encontramos con la pequeña estructura que a veces nos proponemos montar para la salida de las piezas de fuego, que son los batiportes de las portas de baterías o troneras.

        En ellas utilizaremos piezas cuya anchura está un poco en función del espesor de las cuadernas que abrazan el montaje, y en fragatas de guerra de medio porte, del S. XVII, podía alcanzar entre 300 a 400 mm. de costado, aunque en navíos de línea era fácil que tuviera entre 600 y 700 mm. en la cubierta de baterías, es decir, la que se encontraba por debajo de la cubierta al aire libre, y la que tenía los cañones más gruesos, del orden de 40 libras en adelante.

        No obstante, la historia de los barcos de guerra es muy dilatada. Existieron innumerables medidas de artillería para cada barco y cada época, y es aquí donde el modelista debe trabajar con la documentación, para adaptar a su modelo la luz que tenía su barco, y por tanto, a los calibres que cada nave llevaba en su momento, que le marcará y limitará las medidas de estas piezas.

        Para ello, podemos seleccionar unas piezas que nos proporcionan los listones de 4 o 6 mm. de grueso para cortar los batiportes superiores e inferiores, y luego limitar la luz de la porta a la escala que tenía el barco mediante otras dos piezas verticales, entre las dos anteriores, formando el hueco de la batería. Si hemos hecho este trabajo antes de forrar el costado por el interior, solo tendremos que medir los tablones de forrado en los límites del batiporte; si se trata de forrar primero y luego abrir, podemos agujerear el hueco de la tronera, y luego ir abriendo con una lima hasta liberar el mismo espacio.

        Igualmente si no hemos dejado ya colocado con el forro exterior el rebaje de encaje de la porta, lo podemos hacer por el interior del hueco de la batería, con piezas de forros finos, simples o dobles, para formar ese rebaje que recibía la porta del cañón.

        En la foto mostrada, las piezas solamente van pegadas a sus ligazones, pero en la práctica, éstas iban alojadas en unos rebajes que se practicaban en la cuaderna, de modo que todo el conjunto estuviera asegurado mediante entalladuras a cola de milano, y es la manera como debemos hacerlo para hacer un buen trabajo de arsenal.

        Solo recordar que las troneras debían permitir recular la pieza de fuego más en altitud de tiro, que en ángulo de abatimiento, pues para éste se prefería maniobrar el barco si se podía, y para ello, las reglas marcaban que la luz de la porta, por encima de la boca del cañón, debía rondar los 2/3 del total, restando 1/3 por debajo de ella, para el buen reculaje de la caña, lo que nos indica que el aspecto del cañón apareciendo por su costado debe ser más bien arrimado al batiporte inferior que al superior, o que en el centro de la porta.


PORTAS DE ARTILLERIA.

        Las portas de la artillería se fabricaban sistemáticamente mediante la unión de piezas unidas unas a otras, y clavadas en dos hileras perpendiculares entre ellas, de modo que formaban dos plataformas juntas que se ofrecían solidez cuando estaba sometida a la presión de la maniobra de levantamiento con sus guardines.

        Al mismo tiempo, tiene un pequeño rebaje en todo su contorno salvo en el superior, donde van los herrajes, y que encajaba perfectamente en el rebaje similar del contorno de la tronera, con la finalidad de limitar el giro que tiene al taponar ésta, protegiendo los herrajes que, de otro modo, acabarían por romperse, mientras garantizaba la estanqueidad del hueco en los batemares.

        Las portas se fabrican fácilmente con piezas que cortamos en pequeñas medidas y unimos, primero entre ellas para formar la primera plataforma, y luego, cada plataforma con la otra. Solamente queda limar y pulir, y después formar los rebajes, pero hay que calcular escrupulosamente el grosor y tamaño de éstas para que sirvan con éxito a su función en la tronera de fuego.

        En la foto adjunta se pueden ver las portas en varios pasos de su proceso de construcción, sin rebaje, al lado de sus herrajes, listos para comenzar su forjado y colocación.


CUREÑAS. 

        Las cureñas de los cañones están íntimamente personalizadas con la artillería, ya que su diseño evolucionó al paso de los cañones, adaptando sus formas y dimensiones a las de las piezas que soportaban. Eran de roble de buena calidad y sus medidas, grosores y detalles se medían en calibres, siendo por lo general el calibre la medida del diámetro de la bala que disparaban, y éste índice decidía todos los parámetros del cañón y la cureña.

        Con nuestras maderas se pueden fabricar de dos modos distintos: dibujando la pieza enteriza, como ya hemos visto antes, y luego cortándola, o sencillamente uniendo varios tablones de un determinado grosor para unirlos mediante barras metálicas largas, que atraviesan toda la cureña, y aseguran el conjunto, además de sus pernos complementarios. Este último modo sería el que imita a la realidad más fielmente.

        El misterio de las cureñas está, entre otros detalles, en la altura que proporciona al cañón, y que está en función del barco, la época y el calibre de ese cañón, pero en una nave de medio porte, como por ejemplo una nao de guerra o un galeón, era fácil encontrar cañones que oscilaban cerca de las 12 libras. Los más grandes podían llegar a las 24 libras para la batería principal, montando de 12 y de 8 en popa y en los castillos.

        Con listones de caja de frutas de 4 mm. se pueden imitar cureñas que podían tener alrededor de 200 mm. de espesor, o menos, para cañones de alrededor de 18 libras aproximadamente, aunque dependía de cómo se aplicasen los calibres de la época. Las cureñas inglesas en forma de escalera pueden llevar unidos tres o cuatro de estos tablones, pero las españolas anteriores al S. XVIII, es más frecuente que fueran del tipo parecido a los falcones de tierra, teniendo unas largas vigas que iban hacia atrás del costado, eran muy frecuentes en los galeones del S. XVI.