viernes, 5 de octubre de 2018

ADIÓS COMPAÑEROS...



“Dedicado a mis amigos y compañeros del Puesto de la Guardia Civil de Ávila”

        
       Solo pasamos una vez por la vida, solo recorremos una senda hasta el final y no solemos tener muchas oportunidades de elegir cómo será y qué ocurrirá en élla. Cuentan desde siempre que ese camino es tan corto que cuando comenzamos a aprender en él, es demasiado tarde para obtener partido de sus incógnitas más difíciles, de sus trampas más complicadas, pero hasta en las peores cruzadas hallaremos momentos que podrían compensar las peores cicatrices, las más dolorosas derrotas, los pensamientos más crueles o los sentimientos más tristes anclados en algún capítulo de nuestra historia.

        Para este autor ese momento tuvo lugar el 2 de octubre de 2018…

     
      Todas las profesiones especializadas tienen su misterio, su mérito y su dificultad, todas las trayectorias guardan lágrimas y trofeos, pero existe una profesión especialmente diseñada para unir a los hombres bajo algo más que un ideal, bajo algo más que un símbolo, bajo algo más que una bandera: las Fuerzas Armadas y dentro de ellas, la Guardia Civil española.

        Llevo en este momento un cuarto de siglo trabajando dentro de una gran Unidad que me convierte en policía, soldado y militar de la OTAN, una Unidad importante dentro de un Cuerpo especialmente importante, y dentro de ella encontré algo mucho más relevante que una profesión, encontré una familia de amigos y compañeros que se convirtieron en la mayor razón para vivir dentro de los años que recuerda mi memoria, en la mejor apuesta por la vida que un guerrero, acostumbrado a echar un pulso con la melancolía y con la muerte, podría soñar con llevar a cabo. Ese trofeo lo hallé entre los brazos del Haz de Líctores, la mejor carta de presentación con que un soldado podría mostrarse ante el mundo y sentirse orgulloso de lo que es, de lo que hace, pero todo en esta vida tiene un precio...

        Todos aquellos amigos que compartieron conmigo tantos años, tantos días, tantas noches de insomnio, tantas millas gastadas, tantas alegrías y tristezas, tantas esperanzas e incertidumbres, tantos riesgos y tantas dudas, tanta fuerza y tanta hermandad, se iban a alejar de mi vida para siempre, sin apenas sospecharlo, casi de un día para otro, aunque ellos decidieron en el último minuto valorar a este caído soldado con mucho más corazón de lo que el mundo y el destino lo han hecho jamás, eligiendo despedirme con un impresionante homenaje, por sorpresa, para recordarme que sigo siendo uno más de todos ellos, que seguimos todos
juntos, todos unidos por el mismo uniforme, por los mismos recuerdos, por un mismo sentimiento de grandeza y hermandad, por un mismo sentimiento de valor y fidelidad, comprometidos con una causa común que justifica estas letras, que justifica una vida y una filosofía personal y extraña que solamente comprenden los que están dentro, que compensa con su existencia todos los males que la suerte, la fatalidad o la desgracia puedan llegar a sembrar en el camino de este guerrero herido mortalmente en la plenitud de su vida, que siempre les llevará en su mente y en su corazón para siempre, se hallen donde se hallen, por muchos avatares que se empeñe en fabricar la vida, por mucho tiempo que la Historia pueda contar en libros viejos, porque estando todos juntos somos invencibles, porque estando todos juntos estamos escribiendo las páginas de nuestro relato, estamos comprando la eternidad…

        A todos esos compañeros de batallas… gracias, amigos.

                                                               Fernando G.F.
       

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