viernes, 26 de junio de 2015

Aquel Cádiz de 1702 II.



          Entre los palacios de la ciudad gaditana, estaba la casa de Ramírez, perteneciente a la familia del marqués de Villareal y Purullena, la casa de Cohen, la casa de Juan de Vizarrón, la casa de López Martínez, la casa de Quintana, que poseía una fábrica de blanqueo de cera y la casa del marqués de la Cañada, entre otros muchos. El castillo de San Marcos estaba detrás de la pescadería, cerca del río, y ocupaba la calle del Muro, de la Tripería y de la Chanca. Las casas de los pescadores estaban situadas en los arenales, junto al Guadalete, donde podíamos ver las barcas varadas en la tierra, por donde discurría el caño de la Alcantarilla, o como se le llamaba, el arroyo de la Zangarriana, y en la parte alta, al norte, poblaban las huertas ocupando la zona de la Iglesia Prioral. El camino real llegaba, vía Jerez, hasta la Victoria, lo que hoy es una de las calles principales del casco urbano.
 

            La zonas de los arenales discurría bajo el castillo de Santa Catalina, en el camino a Rota, donde se ubicaban el Pago de Triana y el de Cantarrana, muy fértiles para huertas, pero que se hallaban en ese momento en gran parte valdíos. Entre el castillo y la zona de la Moraleja, hacia Rota, aparecen las tropas enemigas que acabarían afincándose en una zona llana para montar su campamento, mientras los españoles les vigilaban desde lo alto de la colina conocida como la Casa Negra. En el camino de Sanlúcar también encontramos huertas y arbolados, igual que en Rota. Al otro extremo, en el camino de Jerez, quedaba el Pago de la Piedad. Hemos de recordar que en el Puerto existía una fábrica de papel bastante bueno, que le produjo exitosos beneficios. Al norte de la ciudad topamos con la colina de Buena Vista, donde existían canteras  como la de Palomares, cuya piedra es blanca y muy resistente. Hasta la ciudad de Jerez calculamos que hay una legua por el norte, al oeste queda Sanlúcar de Barrameda a una legua y media, y Rota algo más abajo, a media legua de Puerto Real. Entre los ríos San Pedro y Guadalete, al este, brillaban las salinas bajo el sol. 
 

Cortesía Fundación Fuerte Santa Catalina


            Hasta 1778 no se acabaría de construir el puente de barcas del río Guadalete, que tenía una máquina que elevaba la plataforma en el aire, para dar paso a los veleros, por lo que para cruzarlo se habían estado usando barcas que cruzaban navegando de orilla a orilla. Solamente en tiempos de los romanos existió un puente de piedra, cuyos pilares, asomaban en el agua como mudos testigos de una época antigua en el lugar. 
 
Cortesía Fundación Fuerte Santa Catalina
En las orillas de este cálido ducado no saben que una gran amenaza se les viene encima, como resultado de las políticas de la Corona. Tenemos constancia de que a principios del siglo XVII, se construyen los baluartes de San Francisco, San Roque, Benavides y San Felipe. Santa Catalina había sido construida hacia 1598 por el duque de Medinaceli, gracias al programa de torres y fortalezas planificado por el rey Felipe II, para hacer frente a los ataques corsarios. En este momento estaba ya reconstruido también el puente de Zuazo, al este de la ciudad, y en la primera mitad del S. XVII, se construyen asimismo el Fuerte de San Lorenzo del Puntal y el castillo de Matagorda, mientras a finales de 1650 se termina de levantar el frente de tierra, se alza el baluarte de La Candelaria y el baluarte del Matadero. En el año 1700, la torre de Santa Catalina tenía 20 cañones de mediano calibre, un parapeto por delante con batería hacia el mar en forma de hornabeque con 15 cañones que protegían el lado norte del complejo.


            Pero en realidad, ¿cuáles eran las defensas con que contaba la zona?

          Batería del Palmar o Fuerte Ciudad: tenía planta poligonal, estaba en la desembocadura del Guadalete, servía para apoyar al castillo de Santa Catalina y al Fuerte de las Arenillas, defendía la zona denominada la calita. Tenía un patio de armas desde el cual se accedía al polvorín. Estaba construido con cantos de piedra ostionera, revestidos de cal, tal como era la costumbre desde hacía tiempo.

          Batería de La Bermeja: Se hallaba entre el paraje de Las Redes y el Manantial. Era un reducto de 3 cañones, que en el año 1702 era conocido como La Terneca. 
 
Cortesía Fundación Fuerte Santa Catalina

          Batería de las Arenillas: Se encontraba oculta parcialmente por las dunas de arena que formaba el viento, la batería y sus cañones estaban semienterrados en ellas. En 1702 se le conocía como Mola Seca.

          Batería de La Laja o Castillo de la Pólvora: Estaba situado en la playa de La Puntilla, a la entrada del Guadalete.

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