Entre
los palacios de la ciudad gaditana, estaba la casa de Ramírez, perteneciente a
la familia del marqués de Villareal y Purullena, la casa de Cohen, la casa de
Juan de Vizarrón, la casa de López Martínez, la casa de Quintana, que poseía
una fábrica de blanqueo de cera y la casa del marqués de la Cañada, entre otros
muchos. El castillo de San Marcos estaba detrás de la pescadería, cerca del
río, y ocupaba la calle del Muro, de la Tripería y de la Chanca. Las casas de
los pescadores estaban situadas en los arenales, junto al Guadalete, donde
podíamos ver las barcas varadas en la tierra, por donde discurría el caño de la
Alcantarilla, o como se le llamaba, el arroyo de la Zangarriana, y en la parte
alta, al norte, poblaban las huertas ocupando la zona de la Iglesia Prioral. El
camino real llegaba, vía Jerez, hasta la Victoria, lo que hoy es una de las
calles principales del casco urbano.
La zonas de los arenales discurría
bajo el castillo de Santa Catalina, en el camino a Rota, donde se ubicaban el
Pago de Triana y el de Cantarrana, muy fértiles para huertas, pero que se
hallaban en ese momento en gran parte valdíos. Entre el castillo y la zona de
la Moraleja, hacia Rota, aparecen las tropas enemigas que acabarían afincándose
en una zona llana para montar su campamento, mientras los españoles les
vigilaban desde lo alto de la colina conocida como la Casa Negra. En el camino
de Sanlúcar también encontramos huertas y arbolados, igual que en Rota. Al otro
extremo, en el camino de Jerez, quedaba el Pago de la Piedad. Hemos de recordar
que en el Puerto existía una fábrica de papel bastante bueno, que le produjo
exitosos beneficios. Al norte de la ciudad topamos con la colina de Buena
Vista, donde existían canteras como la
de Palomares, cuya piedra es blanca y muy resistente. Hasta la ciudad de Jerez
calculamos que hay una legua por el norte, al oeste queda Sanlúcar de Barrameda
a una legua y media, y Rota algo más abajo, a media legua de Puerto Real. Entre
los ríos San Pedro y Guadalete, al este, brillaban las salinas bajo el sol.
Cortesía Fundación Fuerte Santa Catalina |
Hasta 1778 no se acabaría de
construir el puente de barcas del río Guadalete, que tenía una máquina que
elevaba la plataforma en el aire, para dar paso a los veleros, por lo que para
cruzarlo se habían estado usando barcas que cruzaban navegando de orilla a
orilla. Solamente en tiempos de los romanos existió un puente de piedra, cuyos
pilares, asomaban en el agua como mudos testigos de una época antigua en el
lugar.
Cortesía Fundación Fuerte Santa Catalina |
En las orillas de este cálido ducado
no saben que una gran amenaza se les viene encima, como resultado de las
políticas de la Corona. Tenemos constancia de que a principios del siglo XVII,
se construyen los baluartes de San Francisco, San Roque, Benavides y San
Felipe. Santa Catalina había sido construida hacia 1598 por el duque de
Medinaceli, gracias al programa de torres y fortalezas planificado por el rey
Felipe II, para hacer frente a los ataques corsarios. En este momento estaba ya
reconstruido también el puente de Zuazo, al este de la ciudad, y en la primera
mitad del S. XVII, se construyen asimismo el Fuerte de San Lorenzo del Puntal y
el castillo de Matagorda, mientras a finales de 1650 se termina de levantar el
frente de tierra, se alza el baluarte de La Candelaria y el baluarte del
Matadero. En el año 1700, la torre de Santa Catalina tenía 20 cañones de
mediano calibre, un parapeto por delante con batería hacia el mar en forma de
hornabeque con 15 cañones que protegían el lado norte del complejo.
Pero en realidad, ¿cuáles eran las
defensas con que contaba la zona?
Batería
del Palmar o Fuerte Ciudad: tenía planta poligonal, estaba en la desembocadura
del Guadalete, servía para apoyar al castillo de Santa Catalina y al Fuerte de
las Arenillas, defendía la zona denominada la calita. Tenía un patio de armas
desde el cual se accedía al polvorín. Estaba construido con cantos de piedra
ostionera, revestidos de cal, tal como era la costumbre desde hacía tiempo.
Batería
de La Bermeja: Se hallaba entre el paraje de Las Redes y el Manantial. Era un
reducto de 3 cañones, que en el año 1702 era conocido como La Terneca.
Cortesía Fundación Fuerte Santa Catalina |
Batería
de las Arenillas: Se encontraba oculta parcialmente por las dunas de arena que
formaba el viento, la batería y sus cañones estaban semienterrados en ellas. En
1702 se le conocía como Mola Seca.
Batería
de La Laja o Castillo de la Pólvora: Estaba situado en la playa de La Puntilla,
a la entrada del Guadalete.
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