ENJARETADOS.
Uno de los montajes que podemos construir con una parte de las maderas, según el barco, la escala y el tamaño de la pieza, son los enjaretados, esos cierres de bodegas, cubiertas protegidas y tragaluces que equipan muchas naves, y que se forman encajando una serie de piezas en otras a través de cajeados. Nosotros utilizaremos en este caso las piezas llamadas forros finos, que poseen un grosor entre 0.8 a 1 mm., dependiendo del origen de la pieza, y son fácilmente fileteadas con discos dremel, apenas se tardan unos minutos en construir un entarimado de estas características.
Solo nos faltaría darle el pintado, tintado o barnizado que queremos a la pieza y dejar que seque tranquilamente. Con éste método se pueden fabricar en serie, en poco tiempo, un buen número de enjaretados de diversas escalas y grosores, puesto que siempre tenemos la opción de unir dos de estas pequeñas tablitas, pegadas una sobre otra, y formar una que tenga 2 mm. de grosor para un barco mayor que requiera escalas más grandes. La dificultad sería exactamente la misma, y el trabajo solo sería aumentado al encolar cada par de piezas finas para formar otra más gruesa.
Para llevar a cabo el corte de las piezas, solo debemos tomar una de las plantillas desmontadas de las cajas, lijarla y pulirla bien con grano fino, del orden de 220 a 400, y examinar qué piezas son las que debo construir.
El lijado o pulido de las piezas también se puede concretar después del corte de éstas, bien con papel de lija o con limas para metal finas, con las cuales además, se evitará rayar demasiado las piezas. La ventaja de las limas pequeñas y estrechas que encontramos en el mercado para trabajos minuciosos, garantizan que el resultado sobre el pulido sea muy pulcro, aunque tenemos otras técnicas como la utilización de trozos de vidrio que aseguran de una sola pasada un pulido inimitable sobre estas maderas blandas, dejándolas lisas y brillantes, sin apenas alteración de sus superficies.
Entre las aplicaciones a las que podemos destinar nuestras maderas de cajas de fruta, como hemos venido viendo, existen numerosas piezas, pero aún no hemos terminado. Cuando el modelista se ha planteado construir una nave de cualquier clase, ya tiene más o menos una idea de la clase de piezas que va a necesitar, y dentro de la colección de equipamientos habrá algunos que están en relación con una nave fenicia, otros que pertenecen a las fragatas del S. XVII, quizá tengan que ver con remolcadores portuarios de vapor de mediados del S. XIX, o puede ser que se vayan a colocar en un gran acorazado alemán de la Primera Guerra Mundial.
La enorme variedad de barcos que han ayudado a nacer los siglos, los países y las épocas, no nos permiten hacer un estudio completo de todas las aplicaciones que se puede el modelista plantear a la hora de desarrollar su imaginación para imitar cada pieza curiosa y personalizada de cualquier barco que ha existido y que existe en el mundo, ya que la investigación en que se vuelcan muchos buenos artesanos de esta afición, siempre aporta algo nuevo no observado o poco conocido por el resto de la comunidad, por lo que este trabajo se limitará a mostrar una guía generalizada de lo más necesario que podemos fabricar con estos curiosos materiales.
No obstante, al personalizar cada modelo en relación con lo que pretendemos crear, una misma pieza en bruto puede ser adaptada a distintas funciones o ser modelada de diferentes maneras, para dar como resultado un accesorio nuevo para cada barco en concreto, con tan solo estudiar un poco todo aquello que se utilizaba a bordo en su tiempo, o con detenernos a observar los barcos reales a escala natural que existen a nuestro alrededor, y tratar de imitar con la madera esas mismas piezas. Dado que en el caso de los más antiguos es más difícil esta observación, puesto que de principios del S. XVII hacia atrás es más inexistente la documentación cuando más retrocedemos en el tiempo, la alternativa es la investigación y el provecho que los materiales dan de sí en cada momento.
ESTRUCTURAS PRINCIPALES.
En la fotografía adjunta se puede distinguir, colocado en un gato de trabajo, una plantilla en proceso de rebajado, con cortes verticales para atajar la tarea de desbastado, apreciándose el dibujo de una pieza que forma parte del enramado de la proa de un barco, concretamente un branque, que irá ligado a su contrabranque y a la roda, para formar el frente del navío. La plantilla donde está dibujada forma parte de las piezas marcadas con las letras A y B, aunque la de la foto observada es un poco más ligera de lo que suelen ser a menudo estos materiales. Para una escala que no pase de 1/50, el grosor de esta plantilla, que posee 4 mm., podría asegurar el montaje de todo el conjunto de proa sin ningún problema, garantizando su construcción en poco tiempo.
Estas plantillas que son un buen material para cualquier sistema de montaje, se pueden aplicar al modelismo de arsenal para crear piezas independientes, pero cuando se aplican para la fabricación de falsas quillas, en el sistema de mamparos, el trabajo se hace rápido, limpio y en muy poco tiempo, abriendo los cajeados para las cuadernas sin mucha dificultad.
Si la situación o las circunstancias nos lo exigen, podemos fabricar dos plantillas idénticas y unirlas con cola, de modo que el grosor de la pieza creada se duplica, entonces tendremos la misma pieza pero adaptada a una escala mucho menor, para un barco mucho más grande, y esto podemos hacerlo con todas las estructuras principales del barco. Esta técnica facilita que los cajeados sean más eficaces debido a que, el mayor grueso de la pieza, soporta mejor el hueco de dados de unión y cabillas redondas, sin que rompa la pieza. Si no deseamos que se note la unión de dos piezas, podemos cerrar el conjunto con una pieza enteriza por delante, mientras las piezas centrales son dobles y esconden su línea de unión dentro de la estructura.
Para la creación de quillas y sobrequillas podemos utilizar los consabidos tablones, intentando que sean de la mejor calidad de las que podemos elegir, encolando un par de piezas para crear una pieza cuadrada de la suficiente escuadría, con la ventaja de poder biselar uno de los cantos, por ambas caras, para formar el alefriz donde endentan los genoles, sin tener que utilizar fresado. Esto se puede hacer antes de juntar ambas piezas, con lo que el rebaje ya estará hecho cuando se haga la quilla.
Igual que para las estructuras principales, podríamos aclarar la utilidad de las maderas de nuestras cajas para yugos y gambotas que luego irán cerradas, de modo que tenemos un material muy práctico para crear todo tipo de estructuras. Entre ellas también podemos contar con ventanales, estructuras de jardines y todas las piezas que forman parte del interior de un navío, en caso de que se desee mostrar esta posibilidad, sobre todo una vez que se ha enmascarado cada pieza.
CUADERNAS.
A pesar de todo, la principal dificultad de la técnica para el doblado de tablones, de un espesor que oscila entre los 4 y los 6 mm., no es francamente el doblado en sí, sino más bien la fidelidad de las formas y las líneas que deben seguir estas cuadernas, que han de adaptarse con precisión a los planos. Cuando nos decidimos a seguir los pasos, lo principal es tener los dibujos delante y calcular constantemente que el doblado queda exactamente como marca el área de los diseños del barco, pues una vez que se seca la pieza del todo, si no coincide, habremos de volver a mojar y doblar de nuevo, con cierto riesgo, aunque puede servir de consuelo decir que las piezas gozan de una gran elasticidad, que sin embargo no debe ser excesiva porque no podrían seguir las curvas de nivel que dirigen el reviro del cuadernaje, y su ancho proporcional y relativo en toda su área interna.
La técnica consiste en doblar, con una plantilla de doblado, un tablón que forme la primera rama de uno de los costados, babor o estribor, siguiendo la línea de los planos; es recomendable comenzar por la quilla y doblar hacia arriba, y que el listón sea más largo que corto, no importa, ya cortaremos cuando haga falta. Después, cuando haya secado un poco el primer doblado, y las fibras ya conservan la curva, procedemos a cerrar el ángulo de doblado con otra plantilla de menos radio, dependiendo del área de la cuaderna, para ello quizá es necesario mojar de nuevo y aplicar otra vez un poquito de calor. Una vez doblada la primera rama, se lleva a cabo el doblado de la segunda, cuidando que coincida con la primera en sus formas, por ello es bueno utilizar las mismas plantillas de doblado. Para adaptar las áreas de las cuadernas, se sujetan con cuerdas o listones las aberturas de las ramas haciendo extender un poco más o un poco menos la distancia entre ellas.
Conviene confesar, si no se ha indicado ya, que para abrir la curva de estas maderas, no es necesario tirar para estirar su curva por muy cerradas que hayan quedado, solamente necesitamos sumergirlas en agua caliente y las curvas se abren solitas estirándose como si tuviesen vida propia, es más, hay que vigilar ese estiramiento automático para que no desaparezca la curva, pero esto ocurre cuando se meten en agua bien caliente, en caso contrario, si no se mojan, conservaremos la curva intacta.
Una vez que tenemos las dos ramas dobladas iguales, si el punto central de la quilla hubiese quedado algo descentrado, buscamos el punto de doblaje por donde más de adapta a las líneas del plano, y por este punto, continuamos doblando o abriendo para dar forma a las ramas, hacemos un rebaje a media madera en las cabezas de las dos piezas por donde vamos a unir las dos ramas, en la parte baja, una con otra, mediante ensamblaje, y por éste mismo punto, irán encastradas sobre la quilla. Desde aquí hacia arriba, se trata de adaptar las ramas a las formas de los planos y mantenerlas en su área, como se ha dicho, mediante cuerdas o listones de separación, o con el sistema de clavitos en una plataforma.
Como punto final, debemos fabricar una buzarda que sea colocada sobre el punto medio superior de la unión entre las ramas, para asegurar la fuerza de los genoles en su parte baja sobre la quilla. Como complemento, se pueden colocar otras buzardas más arriba, que son las ligazones, para reforzar la inferior, y dar más fuerza aún al conjunto. Luego, a marcar puntos de durmientes y demás que implican a las cuadernas.
La solidez parcial pero eficaz, se logra cuando se colocan cintones por fuera y cosederas por dentro, que garantizan la perfecta unión de cada arbolado de cuaderna con el siguiente, aunque finalmente son los forros interior y exterior lo que termina el cometido de fortalecer el casco, sin perjuicio de colocar tracas temporales que harían el doble trabajo de ir sujetando el conjunto mientras marcan las pautas de forrado.
El conjunto que forma un casco mediante esta técnica resulta ligero y realista hasta lo indecible, aunque aparece algo débil hasta que no están ligados todos sus elementos de manera efectiva, pues no debemos olvidar que estamos asistiendo a una estructura formada por tablones que solo adquieren fuerza cuando se sujetan unos con otros para darse solidez.
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